Cincuenta y cuatro minutos. Esa la duración del discurso de Lula a la multitud reunida frente al Sindicato de Metalúrgicos en San Bernardo, al mediodía de ayer.
Presenciamos en esta última semana, la ferocidad de la contraofensiva imperialista en contra de la soberanía y la dignidad de los pueblos latinoamericanos. Los halcones del norte demuestran que seguirán haciendo todo lo posible por erosionar la institucionalidad democrática en nuestro continente.
Cincuenta y cuatro minutos. Esa la duración del discurso de Lula a la multitud reunida frente al Sindicato de Metalúrgicos en San Bernardo, al mediodía de ayer.
Llegó el horario determinado por el juez Sergio Moro para que el ex presidente Lula da Silva se presentase en la sede de la Policía Federal en Curitiba –cinco de la tarde de ayer–, y nada.
Decía el hashtag que circulaba anoche en Twitter, mientras la Corte Suprema de Brasil se aprestaba a dar luz verde para la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva: #LulaValeALuta. Literalmente, Lula, vale la lucha. Era un ejercicio de la voluntad que buscaba sintonizar con el de Lula. A los 72 años, el ex presidente se mueve con la energía de un chico. Incluso hace fierros para soportar caravanas, actos y, como mínimo, un discurso de 45 minutos por día. Lula tiene la determinación de Espartaco, el esclavo que en el 73 antes de Cristo lideró en Roma una rebelión de los esclavos.
En la medida en que la Revolución Bolivariana avanza indetenible pese al feroz bloqueo financiero de EEUU y sus aliados, en esa misma proporción crecen las amenazas y las acciones en su contra.
“La integración caribeña latinoamericana es la única manera de salvar a nuestros pueblos de la hegemonía imperialista”
Hugo Rafael Chávez Frías