Antropoceno: Tercera (y según algunos) última época de la era cuaternaria. Un período caracterizado por el impacto de la acción del ser humano sobre el planeta.
Capitaloceno: Es una crítica al concepto de antropoceno. Piensa que el impacto que realizamos las personas sobre el planeta está condicionada por el capitalismo, por procesos de colonialismos-imperialismos, la industrialización, la globalización, el racismo y el patriarcado.
Anticipo que no soy geologo, ni antropologo, ni técnico en ninguna materia dedicada al estudio de la tierra. Sin embargo, me considero uno más que sufre el estadío en el que se encuentra nuestro mundo, pero además me preocupa sobre manera el presente y el futuro de nuestras comunidades.
Recuerdo haber estudiado las eras geológicas en la escuela secundaria y por estas razones es que me atrevo a escribir sobre este tema, y observo que al interior de estos dos conceptos que presento en este escrito, conviven gran parte de las problemáticas que vivimos hoy como seres humanos que habitamos el planeta Tierra.
Transitamos tiempos de profundos cambios climáticos. Olas de calor muy por encima de la media, incendios forestales por doquier, inundaciones y sequías que se van imponiendo como en una competencia y un sin fin de fenómenos que parecen inexplicables como lo fue la falta de agua potable consumible en la ciudad de Montevideo o las muertes de ballenas o pingüinos en distintas playas del planeta, pandemias mediante. Ante semejante desastre y deterioro planetario, debería haber algún responsable. Sin embargo, muchos sectores abordan esta problemática desde la idea de que transitamos una época geológica denominada antropoceno, y que ésta estaría determinada por el impacto que efectúa el ser humano sobre la Tierra. Es decir, que si hay un responsable de la contaminación ambiental, el cambio climático y el impresionante daño que está sufriendo la Tierra y la vida en ella, es el ser humano. Así, en general.
Es como decir que si somos todos y todas culpables del estado calamitoso en el que se encuentra nuestra única casa planetaria, nadie sería responsable. De todos modos, hay que reconocer que los seres humanos somos culpables sobre como se encuentran los continentes, ríos, mares y ambiente. Pero si bien esto es cierto, es solo certero parcialmente. Es por eso que algunos teóricos, como Renán Vega Cantor docente y escritor colombiano contemporáneo, realiza una crítica al concepto de antropoceno, anteponiendo uno nuevo denominado Capitaloceno. En él intenta ser más preciso acerca de las responsabilidades respecto del deterioro planetario y sus consecuencias.
Es de esta manera que si bien los seres humanos en general cargamos con cierto porcentaje de culpa por ensuciar el planeta, hay quienes poseen una responsabilidad absolutamente superior. Este sería el modo de producción que desarrolla el capitalismo.
Es decir, los capitalistas. Esto es así porque la matriz del concepto industrial capitalista es completamente depredador. Depende de minerales, que para su extracción, el modo utilizado en general es con químicos altamente contaminantes y con excesivas cantidades de agua.
Un agua que luego le falta a poblaciones enteras y que quedan a merced de la contaminación generada por los químicos utilizados por las empresas mineras.
Así es también con la energía que depende del petróleo, que además de ser un recurso finito (es decir que prontamente se va a terminar), cada vez son más cotidianos los accidentes que desparraman el oleo por mares y tierras haciendo a éstas día a día más inhabitables. Además, con el afán de contar con los territorios donde se ubican los valiosos recursos de la tierra o bienes naturales, las super-potencias imperialistas no dudan en invadir militarmente y generar guerras, con las consecuencias que ya conocemos, miles o en varios casos millones de personas muertas, sumado al deterioro al que someten al planeta.
La mala utilización de la energía atómica. Que si se utiliza con un fin bélico puede determinar el final de la especie como tal, pero utilizada como recurso pacífico también puede ser un elemento peligroso. Ya conocemos las consecuencias de Chernóbil en la ex Unión Soviética y de Fukushima en Japón, por solo citar dos ejemplos.
Cabe señalar también que la automatización de los procesos industriales cada día viene dejando por fuera del sistema productivo a millares de trabajadores y trabajadoras, condenándolas a la desocupación, la precariedad y el hambre. Además, a quienes pueden estar dentro de esos trabajos, se les suman a sus demandas salariales y de mejores condiciones laborales, el riesgo de ser alcanzados o alcanzadas por contaminantes que potencialmente causan enfermedades, en muchos de los casos incurables.
Sin embargo, las consecuencias no terminan aquí. Es impresionante la cantidad de desplazados y desplazadas a nivel mundial. Comunidades enteras se ven obligadas a abandonar sus territorios por la contaminación, las guerras de todo tipo o por la falta de trabajo y oportunidades de desarrollar una vida sana para sus familias.
Estas expulsiones causan en muchos casos la pérdida de vidas de muchas personas, sin embargo quienes sobreviven se encuentran sometidas a discriminaciones de todo tipo y a super-explotaciones también de diversas índoles. Es así que podemos observar que el ser humano en general es responsable de ensuciar el planeta.
Sin embargo, del mismo modo podemos advertir que algunos seres humanos, que son quienes dirigen las más grandes corporaciones transnacionales conducidas por las superpotencias mundiales, son muchísimo más responsables que el resto de la humanidad. El resto de nosotros y nosotras en realidad somos víctimas y sufrimos en carne propia las consecuencias de sus actividades.
Éstas priorizan como lo más importante al mercado de capitales y la acumulación de ganancias, donde la vida humana, sobre todo de los trabajadores y las trabajadoras, sectores de la población que han quedado por fuera del sistema del trabajo formal y comunidades originarias entre otros colectivos sociales, no tiene ningún valor para ellos. Es por eso que el capitaloceno además está marcado a fuego por una gran crisis civilizatoria, donde se ha perdido por completo el cariño y el respeto por la vida misma. Un lugar en donde la contradicción principal a devenido en la supervivencia misma, a vivir o morir en el intento. Pero no pereceremos con la culpa de haber destruido nuestro hermoso planeta Tierra. Ya sabemos quienes son los culpables y todavía estamos a tiempo de detenerlos.
*Orlando Agüero: dirigente del Frente Popular Darío Santillán