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16/06/22
El robo Institucionalizado del Estado Argentino
Por Matías Guaycochea

En el largo camino por la construcción de un Mundo Nuevo tenemos un punto de partida en este viejo mundo, y ese sigue siendo el Estado como representante de los intereses de la comunidad.

En el caso argentino, la ley 20.705 sancionada el 31 de julio de 1974 por el Congreso Nacional, establece con claridad uno de tantos otros puntos de partida: la constitución de sociedades del Estado con exclusión de toda participación de capitales privados, con capacidad para desarrollar actividades de carácter industrial, comercial o explotar servicios públicos.

Nosotros decimos que en esas Sociedades del Estado debe existir una participación plena de la comunidad y un control popular sobre las mismas, ya que le pertenecen al Pueblo. Ley en plena vigencia, ley de la que hoy pocos se acuerdan.

Muchos podrán decir qué los 1250 terratenientes que tienen en sus manos el 40% del territorio argentino representan una mayor correlación de fuerzas que los 23 millones de argentinos y argentinas que no tienen un palmo de tierra que les pertenezca. Otros podrán decir que las tres multinacionales que concentran en 85% del negocio del agua potable embotellada en Argentina tienen mayor correlación de fuerzas que los 45 millones de seres humanos que necesitan el agua en ese mismo territorio para poder vivir. Quienes esgrimen cobardemente esos argumentos esconden un descreimiento absoluto en su propio Pueblo: descreen de la construcción de Poder Popular y se entregan como profetas de la resignación en la prédica de un capitalismo más humano que algún día llegará. Nosotros seguimos predicando el advenimiento de un Mundo Nuevo que desplazará por completo al sistema injusto y fratricida.

Sin un Estado del pueblo, un país entrega su principal fuente de vida, no de riquezas. La riqueza es una visión del imperio. Actualmente, Argentina es el tercer exportador mundial de soja, después de Estados Unidos y Brasil. El principal cambio en el modelo productivo de la Argentina rural se dio en 1996, cuando el Gobierno aprobó la utilización de cultivos transgénicos capaces de sobrevivir a potentes agroquímicos, especialmente la soja Roundup Ready (RR) –del inglés ‘lista para el roundup’, un herbicida cuyo principal activo es el glifosato–. Todas las localidades del interior del país fueron quedando rodeadas de campos extensivos de soja, aunque también de maíz y trigo, con semillas transgénicas. Y ahi es donde Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences, Bayer y Atanos engrosaron sus cuentas gracias al envenenamiento de nuestro suelo. Todo con la complicidad estatal, organismos de financiación pública y privados con casas matrices en el extranjero, algo asi como «La Tristisima Trinidad».

La puerta de entrada al modelo que hoy padecemos y que describíamos al principio de este desarrollo, se dió en estas latitudes por la ley 23.696, conocida comúnmente como Ley de Reforma del Estado, sancionada el 17 de agosto de 1989, durante los primeros meses de gobierno de Menem, lo cual permitió la privatización de un gran número de empresas estatales y la fusión y disolución de diversos entes públicos, como YPF, ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas y las empresas de agua, luz y gas. Recordamos como si fuera ayer la declaración del ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi: «Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado”. Hoy la situación no cambio mucho. Salvo la línea aérea de bandera e YPF, el resto sigue su curso privatizador. Parece que la máxima capitalista transnacional hoy está mas vigente que nunca: “Mayor competitividad en el sector privado y mayor eficiencia en el sector público”.

Veamos lo ocurrido en Brasil con la privatización de Electrobras, la mayor empresa de energía de Latinoamérica. El ministro de economía Paulo Guedes, celebró la privatización de la firma en la Bolsa de Sao Paulo, luego de más de dos años de tramitación en el Congreso diciendo una frase que tiene la misma concepción anterior: “La mayor empresa generadora de energía limpia del mundo ahora es libre. Es como un niño que se fue de casa a los 18 y va a salir y triunfar. Ya no necesita la protección del Estado, lo que se estaba volviendo perjudicial”. O es con el Estado o es con los privados. Es patria o colonia. Es pueblo o corporaciones. Todo lo demás es cotillón.

Fuente:
Portal Alba
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