En la Escuela de Derechos Humanos Juan Vives Suriá, adscrita a la Defensoría del Pueblo, la periodista Teresa Ovalles, periodista, feminista, profesora y compañera de cantos y labores, hizo un diplomado: Mujer y género. Allí, según sus estudios, ella nos escribe: “Flora ha sido silenciada y el patriarcado trata de restarle méritos al solo decir que fue la abuela de Paul Gauguin -se pronuncia ´gogan´-, pintor francés,1848-1903. Fue la primera persona en proclamar la unión del proletariado. Comandó la Unión Obrera e hizo el planteamiento en torno a la igualdad absoluta entre hombres y mujeres. Intentó, a través de sus escritos, despertar la conciencia de las y los trabajadores acerca de su condición de esclavitud en el trabajo (te recomiendo que leas sus postulados en la Unión Obrera)”. Flora Tristán nació en París, Francia, el jueves 7 de abril de 1803. En 1830 murió Bolívar, y en 1835, Tristán regresa a París, luego de pasar, aproximadamente, un año en Perú. Ya volveremos a esa historia. El Libertador conoció a su madre, la también francesa Thérese Lainé (o Anne-Pierre Laisnay, según otros cronistas), quien se casó con un militar de alto rango del virreinato peruano, Mariano Tristán, en Bilbao, capital del País Vasco.
También, con Bolívar, los visitaba Simón Rodríguez. Su padre muere cuando ella tenía 4 años y, aunque era un hombre con muchísimo dinero y propiedades, ni ella, ni su hermano, fallecido a edad temprana, ni su madre, heredaron. Los avatares de la pobreza la llevaron por esos caminos sin adjetivos; a los quince años empieza a trabajar en un taller de litografía echándole color a los grabados. A los 17, se casa con el dueño, un tipo de apellido Chazal que la maltrató de maneras inenarrables. Según Mario Vargas Llosa, “pese a los esfuerzos de su madre, que le dijo que una mujer que deja a su marido es poco menos que una perdida y si el marido la denuncia la llevan presa, como delincuente”, Flora “abandonó su hogar, abandonó a su marido. Pero ella no pudo resistir esa servidumbre y corrió el riesgo, y entonces inició una vida que tenemos que conocer más a través de la imaginación y la adivinación, porque no hay fuentes sobre ella”.
Proletarios del mundo
El “Centro para la Mujer Peruana” lleva su nombre. En su sitio en internet, flora.org.pe, la homenajean de esta manera: “En toda su obra está presente su preocupación por la situación que vivía la mujer, en la sociedad, dentro de la familia, como trabajadora, como viajera. Se atrevió a vivir diferente, rompiendo esquemas, llamando a las mujeres a atreverse a cambiar la situación de discriminación existente. Otra preocupación en ella fueron los trabajadores, pues como obrera compartió con ellos las condiciones en que realizaban su labor, fue la primera en proclamar: “¡Trabajadores del mundo, uníos!”.
Flora Tristán se disfrazó de hombre, se cayó a coñazos con Chazal, huyó, se escondió, la encontraban, peleaba, perdía, rehuía, volvía. Empuñando dos pistolas, el dueño de la imprenta, ya arruinado, le da un tiro cerca del corazón que no pueden extraerle. La otra arma no funcionó. Agoniza por tres meses y los médicos le recomiendan una vida tranquila, serena. Pero con esta sentencia, que después recogería Karl Marx, el sedentarismo recomendado no fluye para la, según muchas mujeres, pionera del feminismo: “Eso es lo que hay que hacer, vamos a unir a las mujeres y a los obreros, de Francia, de Europa, del mundo. Y con eso vamos a crear una fuerza irresistible que va a transformar profundamente la legislación y que va a hacer de la libertad, por fin, un derecho al alcance de todos los seres humanos sin excepción”. Vargas Llosa la parafrasea, antes de extenderse demasiado en la historia de su nieto. El de ella.
La Peregrinación de una Paria
Una persona que es considerada inferior, excluída de las ventajas que da la “superioridad” de otras personas, es una paria. Es el nombre que le da a uno de sus libros; narrado con crudeza y ternura, en esas crónicas describe, de manera inolvidable… todo.
Humberto “Pepe” Febres es una persona, otra, entre tantas, que elude el pesar, o lo pésimo de otras: “Habría que juzgarla por sus obras; incluye sus acciones militantes y su obra escrita. Yo solo conocí de ella Unión Obrera, un libro escrito desde y para la militancia, un libro que influyó en Marx. Vivir en carne propia la explotación, la vida miserable que le hizo llevar su marido, un agresor; tuvo una vida intensa, apasionada. Se crió en la riqueza y la abundancia y después fue a la extrema pobreza, una historia digna de filmar y una obra digna de leer. En mi adolescencia, me atrapó que fuera mujer y comunista. Feminismo es Flora Tristán”.
El Rimac, río de Perú, que “rima con Lima”, salpicó la humanidad de esta mujer que nunca se rindió. El divorcio, que estaba prohibido, lo logró de hecho.
Enamorada del amor, mintió y se hizo pasar por interesada para lograr que aquel hombre, el capitán del barco “El mexicano”, decepcionado, no insistiera en vivir con ella en donde sea. No quería, Flora, cambiarle el rumbo al hombre de mar. Enamorada del amor, sintió la pasión de otras mujeres. En 1938, publicó las cartas que Simón Bolívar escribió a su madre. En agosto de 1939, le escribe una carta a una polaca de nombre Olympia: “Usted dice que me ama, que yo la magnetizo, que la llevo al éxtasis. ¿Se estará usted, acaso, burlando de mí? Pero cuídese, desde hace algún tiempo tengo deseos de ser amada apasionadamente por una mujer. Cómo quisiera ser hombre para ser amada por una mujer…”.
Tristán falleció, a la edad de 41 años, el 14 de noviembre de 1844. Afirmó que “el nivel de civilización a que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia de que gozan las mujeres”.
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Mujer, guerrera, amazona
En el cementerio de La Cartuja, en Burdeos, Francia, un monumento erigido por trabajadoras y trabajadores, reza: “A la memoria de la señora Flora Tristán, autora de la Unión Obrera, los trabajadores agradecidos. Libertad, Igualdad, Solidaridad, Fraternidad”. Bautizada con el nombre de Flore Célestine Théresè Henriette Tristán Moscoso, la escritora dejó testimonio de esa época que nos trajo hasta ésta. Sus descripciones de las guerras, la de otros y la de ella, incluyen datos tan importantes como la cantidad de combatientes y municiones. Testigo de excepción, rabona con privilegios, paria y peregrina: “Las rabonas están armadas. Cargan sobre mulas las marmitas, las tiendas y, en fin, todo el bagaje. Arrastran en su séquito a una multitud de niños de toda edad. Hacen partir sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan así las altas montañas cubiertas de nieve y atraviesan los ríos a nado llevando uno y a veces dos hijos sobre sus espaldas. Cuando llegan al lugar que se les ha asignado se ocupan primero en escoger el mejor sitio para acampar. Enseguida descargan las mulas, arman las tiendas, amamantan y acuestan a los niños, encienden los fuegos y cocinan. Si no están muy alejadas de un sitio habitado van en destacamento en busca de provisiones. Se arrojan sobre el pueblo como bestias hambrientas y piden a los habitantes víveres para el ejército. Cuando los dan con buena voluntad y con valor salvaje triunfan siempre de la resistencia, pero si se les resiste se baten como leonas”.