Tras la partida del Comandante, anuncia el presidente Maduro: “aquí ganó Chávez y se mantiene el Plan de la Patria 2013-2019”. El 2 de abril de 2019 sanciona la Asamblea Nacional Constituyente la Ley Constitucional del Plan de la Patria, y se formula un nuevo plan, vigente hasta 2025. Las medidas coercitivas que la primera potencia imperialista del mundo asesta contra Venezuela lesionan gravemente tanto recursos como objetivos. Tras una década de viles extorsiones algunas metas podrían parecer irrealizables. Examinémoslas.
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Plantea el plan en su gran objetivo histórico III “convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la gran potencia naciente de América Latina y el Caribe, que garantice la conformación de una zona de paz en nuestra América”. No es pequeña tarea. Es la que se fija el Libertador cuando inicia su carrera política en 1810. Pero para conseguir grandes cosas hay que comenzar por soñarlas.
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Una fatalidad ha querido que nuestros auges económicos coincidan con catástrofes internacionales. La Segunda Guerra Mundial se libra en parte con petróleo venezolano, y los ingresos provenientes de él apuntalan los gobiernos de Medina Angarita y de Rómulo Betancourt. La crisis del Canal de Suez favorece en 1956 nuestras ventas de hidrocarburos y financia las suntuarias obras públicas del dictador Pérez Jiménez.
El embargo petrolero de la Opep en 1973 potencia nuestras exportaciones y facilita que Carlos Andrés Pérez disponga de ingresos tres cuartas partes mayores que los corrientes, los cuales dilapida tras colocarlos en un fondo especial controlado por nadie. La invasión de Estados Unidos contra Irak y Afganistán en 2002 también dispara los precios del petróleo y costea muchos de los planes sociales del bolivarianismo.
El conflicto ucraniano cotiza asimismo los precios del barril de la Opep por encima de los 117 dólares. Tras casi una década de viles y crecientes extorsiones, envía a Washington varias misiones a Miraflores. La causa es transparente: al ritmo de consumo actual, las reservas de Estados Unidos de 38.200 millones de barriles se agotarán en 8 años. Habrá demanda de nuestros hidrocarburos para largo.
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Otra fatalidad dicta hasta hoy que cada vez que Venezuela rescata a Estados Unidos y Europa de un atolladero energético, éstos agradecen forzando una baja de los precios de la energía fósil que destruye casi todo lo ganado. Desde hoy, esta martingala es imposible.
En artículos anteriores he demostrado que los hidrocarburos y el carbón suplen 78,4% % de la energía del mundo, que en el futuro se harán cada vez más escasos, costosos y difíciles de extraer, y que es casi imposible que las energías renovables puedan reemplazarlos en breve plazo. Como dueña de la mayor reserva de hidrocarburos del planeta, Venezuela es también árbitro del destino de éste durante el medio siglo venidero de progresivo agotamiento de la energía fósil.