Promediaba el mes de enero de 1957 y la noticia del exterminio de los guerrilleros que habían desembarcado en Las Coloradas corría por toda Cuba. Desde el gobierno se aseguraba que Fidel Castro y sus compañeros habían muerto por efecto de los bombardeos y las “barridas” realizadas por las fuerzas represoras del gobierno. No había indicio alguno de sobrevivientes.

Pero el 17 de enero dos ráfagas de ametralladora, lanzadas por el mismo Fidel, daban inicio al combate de La Plata. Divididos en cuatro columnas, lideradas por Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Juan Almeida y el Comandante en Jefe, los revolucionarios atacaron un cuartel de la guardia rural, provocando la primera victoria de las fuerzas rebeldes. El pueblo cubano se enteraba así, que los expedicionarios del Granma y su jefe no sólo estaban vivos, sino que decididos a dar la lucha a muerte contra la dictadura de Batista.

Antes del ataque se capturó a un mayoral, conocido como Chicho Osorio. Fidel, con una estratagema, engañó al esbirro, haciéndose pasar por un oficial del gobierno que estaba combatiendo a los guerrilleros. Osorio, quien estaba embriagado, no solo dio valiosísima información sobre la guarnición y quienes la ocupaban, sino que contó sobre sus vejaciones contra los campesinos del lugar. Así, firmó su propia sentencia de muerte, escribió el Che en su diario.

Ninguna baja se contó entre los revolucionarios. Dos muertos y cinco heridos reportó el enemigo, tres de suma gravedad y dos con heridas leves. Todos fueron atendidos por el Che, acción que desconcertó a los soldados gubernamentales hechos prisioneros, dado que lo común de esas tropas era asesinar a los heridos si eran de las fuerzas contrarias y desentenderse del tema si eran de sus propias filas.

El combate duró aproximadamente 40 minutos y los guerrilleros se hicieron de armamento y municiones, como asimismo de algunos alimentos y otros enseres. Fue el primer triunfo militar de los guerrilleros de Fidel en la Sierra Maestra.