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13/07/21
Regiones: Cuba
Desconocer la historia: una clave de la derrota mercenaria
Por Raúl Antonio Capote

Cuando un individuo es bombardeado constantemente con mensajes de fuerte contenido emocional que hiperbolizan una situación de crisis real, los estereotipos sembrados cuidadosa y sistemáticamente en su subconsciente crean respuestas automáticas como detonaciones ante el miedo y las tensiones acumuladas.

Articuladas con los espacios digitales contrarrevolucionarios, miles de cuentas falsas, la mayoría ubicada supuestamente en la Isla, lanzaron en las últimas semanas mensajes de odio y de desesperanza a receptores en la Mayor de las Antillas, una ofensiva comunicacional que también recurrió al rumor, la bola, el chisme creado artificialmente, como armas de guerra sicológica dirigidas a objetivos confluyentes: crear incertidumbre, sembrar desconfianza en torno a la información que brindan los órganos de prensa y fuentes oficiales, establecer tendencias de actuación antigubernamental, etc.

Durante meses, los cubanos hemos sido objetos de esta sistemática campaña de influencia motivacional, pura y dura guerra de sugestión, con el fin de subvertir el orden instituido.

Las limitaciones económicas que provocan desabastecimientos y el incremento de casos positivos a la COVID-19, exagerado por los medios enemigos, han sido los argumentos para crear sentimientos de inseguridad y ansiedad constante que mantengan a las personas conectadas con la incertidumbre. Para hacerles creer que ya están en el límite de la resistencia, les mienten, las movilizan, y manejan con destreza los hilos de la trama para pretender convertirlas en bombas de tiempo, listas para explotar cuando el amo apriete la manija.

Para ello necesitan sembrar odio, mucho miedo, de modo que se anule el juicio de la gente y vulnerar, sobre la  base de mentiras, sus defensas sicológicas.

Se recordará cómo en Bolivia varios de estos factores se unieron para propiciar la caída del gobierno de Evo Morales: grupos violentos, aparentemente desorganizados y espontáneos, actuaban con el objetivo de sembrar el caos.

Esos grupos criminales, invisibilizados por los medios, actuaron con absoluta coordinación y tomaron puntos estratégicos de la capital del país. Un ejemplo fue el asalto de Bolivia TV. No se trataba de las masas descontentas ante un fraude que jamás ocurrió, sino de una agresión bien planificada. Lo saben bien los pueblos de Venezuela y Nicaragua, que han sido víctimas de esas acciones de guerra no convencional.

El modus operandi no es exclusivo en nuestra región. Irán sufrió, en noviembre de 2019, una oleada de violencia, similar a la táctica empleada en Bolivia: Utilizando la técnica del «enjambre», los grupos se comunicaban entre sí y concertaban las acciones, usando mensajes de texto para reunirse en los puntos de ataque.

Como repiten una y otra vez los ideólogos de Maidán, los George Soros y Gene Sharp, los chicos «internacionalistas» de Otpor: el objetivo es lograr que no quede nada más que el caos.

Los cubanos hemos peleado como gigantes para ser libres. Desconocer la historia de este país no hace más que reservar la derrota para los planes de los enemigos de la Revolución, los zanjoneros y neoplattistas al servicio del imperio.

Fuente:
Granma

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