Era el 15 de febrero de 1819 y Bolívar entraba al Palacio de Gobierno de Angostura acompañado de Rafael Urdaneta, Tomás Montilla y los oficiales de su Estado Mayor. Allí ya se encontraban patriotas de la talla de Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio y Fernando Peñalver, junto a 26 delegados de Barcelona, Caracas, Casanare, Cumaná, Barinas, Guayana y Margarita. Bolívar, que a costa de terribles sacrificios había unificado el mando, consideraba que ya estaba en condiciones de dar las definitivas batallas contra el poder colonialista y sentar las bases para la nueva república.
En su discurso se manifestaron ideas claras, como nunca antes se habían dicho de manera tan explícita. Ese discurso de Bolívar, hoy, se sigue escuchando en toda Nuestra América con la misma atención que hace ya más de 200 años.
“Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza… La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
“Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa…”.“El sistema de Gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”. “Moral y luces son los polos de un República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
“La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”.“…yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República”.“…conceder a Venezuela un Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa… Un Gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad”.
Leer a Bolívar es una obligación para los patriotas latinoamericanos, porque como dijo Martí: “…lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”.