Investido el saber de Bolívar de la rectitud espiritual, su palabra es orden, método y búsqueda de la verdad, la que esgrime y expresa tal cual es: si es nivel de las instituciones políticas y derecho constitucional, su argumento es principista, recto, no torcido; y si se trata de la teoría del Estado, es revelación diáfana del proceso de su forja y de su independencia.
De su genio geopolítico nació la llamada Profecía de Jamaica. Estas son palabras suyas en las que se observa su genial penetración política:
“Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de la Península, entonces quedamos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero. Después, lisonjeados con la justicia que se nos debía con esperanzas halagüeñas siempre burladas; por último, inciertos sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de la falta de un gobierno legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior; se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente siglo y adecuado a nuestra situación. Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. La Nueva Granada siguió con uniformidad los establecimientos políticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base fundamental de su Constitución el sistema federal más exagerado que jamás existió (…).
Los acontecimientos de la Tierra Firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales.
Por esta razón sus débiles enemigos se han conservado contra todas las probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y codicia (…).
A pesar de este convencimiento, los meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible, la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad, y de la igualdad. Pero ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a Icaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo? Tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosímil que nos halague con esta esperanza (…). Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo, sería necesario que tuviese las facultades de un Dios, y cuando menos las luces y virtudes de todos los hombres (…).
Yo diré a V. lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de fundar en gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos”.
La verdad en Bolívar es su idea-fuerza, la misma de Jesús, la artillería de David contra Goliat; su palabra ha sido y es un luminoso testimonio lanzado al porvenir con tanta fuerza contra el mal que, extrapolado, será, como veremos, el más contundente discurso contra el ahistoricismo de otro imperio, contra la absurda lógica del capital. Oigámoslo: ¡Que se imprima mi respuesta y en letras de molde! –ordenó a Santander en 1823- ¡La condición es: Toda Colombia libre y que nuestra divisa en lo futuro debe ser independencia o nada!.
Empero, el sinusoide de la Historia daría razón a Bolívar cuando dudó de nuestra capacidad de unión para sostener la difícil carga de la república, y fue así como en enero de 1830 reconociera sin rubor, que la independencia había sido el único bien cristalizado. ¿Valió la pena el sacrificio? Con el tiempo, las acciones hostiles de las oligarquías contra el proyecto bolivariano quedaron al descubierto y se volvieron contra ellas, como boomerang.
Intérprete del sentir de los pueblos, los escritos de Bolívar como expresión de su pensar informan profecías, lo que va a ser en líneas generales su futuro: envuelven la verdad, por lo tanto, constituyen una victoriosa transcendencia. Su grito de guerra, ¡Independencia o Nada!, hizo eco en nuestros tiempos cuando Usamérica domina a pesar de que implosiona en su moral: ¿Causas? Arnold Toynbee podría dar la respuesta ambivalente: A Bolívar como intérprete de su civilización, le asistía la razón moral; no así al Imperio usamericano, en cuanto que carece de respuestas éticas al desafío que desde antiguo le plantea la Historia, Maestra de la Vida. Toynbee apela al factor espiritual como el necesario fertilizante de la civilización, por oposición al factor económico como motor de la Historia, de Marx.
Admitamos, a la hora de precisar la causa de nuestra decadencia, que el adecuado y potente proyecto que nos permite verlas no es otro que el concierto insospechado de toda la cadena de causas: El olvido de Dios y la secular falsificación de la enseñanza fueron las puntas de lanza que permitieron el enquistamiento de la Cuarta República, y a la larga determinaron su implosión.
¿Y qué habría de pasar, en simpatía de la moral en todo el Nuevo Mundo, en términos de formación y aparición de emergentes fuerzas psíquicas de compensación? ¡Llegó la hora!, ¡Llegó la hora! –gritaba Hugo Chávez en 1998, anunciando el despertar de un pueblo en el preludio de su triunfo electoral-. ¡La espada de Bolívar había vuelto a la batalla! En efecto, analizando ciertas predicciones de Bolívar que devenían en conciencia, observamos que una de ellas se evidenció con el 4 de Febrero de 1992, momento histórico en que su líder, quien venía remontando la ola de los acontecimientos desde que era cadete, le dio calor y la fortaleció…, y siete años después, de Presidente radicalizó la revolución para encauzar su proyecto según los síntomas por venir: La espada, como el Ave Fénix, volvió a la vida en manos de un idealista perseverante, un corazón revolucionario que no se abate fácilmente. ¿Tiempo de transmigración?
“La nación asumió el 6 de diciembre de 1998 su decisión política constituyente extrapolando su voluntad política creadora, fuente única y originaria de la Constitución Bolivariana que habrá de promulgarse en enero del Tercer Milenio: El pueblo soberano, titular del poder constituyente y único sujeto de su voluntad política, dio su veredicto. Yo no quiero que me llamen nunca usurpador: las silentes urnas del 6 de diciembre guardan el secreto de la potencial explosividad de la Nación; es incuestionable que el respeto a los resultados frenó en las muchedumbres nacionales esa creciente energía detonante que persiste en su inconsciente, latente… y, si a la actual legislación se le impidiere hacer justicia se romperían las resistencias de las muchedumbres, cumpliéndose otras leyes: las precitadas leyes psicológicas de la compensación”.
Ya para 2012, en el preludio de su postulación presidencial para el periodo 2013-2019, Hugo Chávez presenta su Plan de Gobierno donde adelanta:
“La actualización de la carta estratégica que habrá de guiarnos por la ruta de la transición al socialismo bolivariano del siglo XXI, contempla cinco grandes objetivos históricos, a saber:
I.- Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la Independencia Nacional.
II.- Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para nuestro pueblo.
III.- Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en Nuestra América.
IV.- Contribuir al desarrollo de una nueva Geopolítica Internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la Paz planetaria.
V.- Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.
Contempla la necesidad de garantizar la continuidad del proceso revolucionario, lo que implica lograr la más contundente victoria popular en las elecciones presidenciales del 7 de octubre del 2012. Para ello, la unidad de los trabajadores y trabajadoras, pequeños y medianos productores y productoras del campo y la ciudad, así como demás sectores sociales del pueblo, es condición indispensable. Asimismo, se plantea preservar la soberanía sobre nuestros recursos petroleros en particular, y naturales en general. Lo anterior, a su vez, habrá de traducirse en la capacidad fortalecida para manejar soberanamente el ingreso nacional. Lograr la soberanía alimentaria, desencadenando nuestro potencial agro-productivo, será otro de las objetivos estratégicos.
De vital importancia para el logro de este primer gran objetivo, es el pleno desarrollo de nuestras capacidades científico-técnicas, creando las condiciones para el desarrollo de un modelo innovador, transformador y dinámico, orientado hacia el aprovechamiento de las potencialidades y capacidades nacionales, así como la necesidad de afianzar la identidad nacional y nuestroamericana, partiendo del principio bolivariano de que “La Patria es América”.
Por último, se incluye en este primer gran objetivo el fortalecimiento del poder defensivo nacional, consolidando la unidad cívico militar e incrementando el apresto operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para la defensa integral de la Patria”.
Fuerza es saber que el Bravo Pueblo conserva en los manantiales de su alma el germen de la libertad sembrado por Bolívar, quien no sólo había previsto la independencia en términos de autonomía, sino también como el bien que permite abrir otros caminos para alcanzar los de la Justicia Social. “Conciudadanos: Me ruborizo al decirlo: –confesara en 1830, al final de su existencia- la independencia es el único bien que hemos alcanzado a costa de los demás. Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y de la libertad”.
¡Qué infinitamente grande es la historia de Venezuela, que nos ilumina desde las brumas de un pasado inmarcesible y trae hasta nosotros las portentosas imágenes de mil signos distintos! ¡Cuántos símbolos turgentes de gloria se esconden en sus páginas! ¡Cuántos prohombres caminaron al martirologio y al holocausto para darnos vida espiritual ¡Cuánta tierra regada con la sangre de Patria!
Bolívar ilumino el cielo de América con su espada redentora; con su flama gloriosa y victoriosa escribió con plomo, sangre y fuego la más gloriosa historia militar a nivel continental: ¡Sólo un fuego sagrado podría inspirarle e iluminarle senderos de un destino superior y darle esperanza y aliento metafísicos!: “Es un necio el que desprecia las bendiciones que la Providencia derrama sobre él –escribe a Santander en 1821-; somos queridos de Dios y no debemos dejar fructíferos sus dones”.
Nuestros héroes rebeldes se sublimaban en dioses cuando seguían a Bolívar: volaban con él prendidos del ideal de la independencia, por encima de escenarios de fuego, sangre y lodo. Poseídos de un espíritu rutilante, buscaban perpetuidad idealizando la libertad: ¡Independencia o Nada!, era el grito de guerra, el trepidante leit motiv…
¿Sobre qué otra ecuación geopolítica hubiera podido el genio de Bolívar anticipar el porvenir y luchar hasta morir, sino sobre esa –la independencia-, la única que a futuro garantizaba el logro de otros bienes necesarios a la autonomía y fines del Estado, siempre en peligro de ser fagocitado? Esto traduce que su proyecto de Nación debió haber sido previamente concienciado. Empero, ¿valió la pena el sacrosanto sacrificio? Termina la guerra, un liderazgo ambicioso y sin grandeza y un pueblo ciego, encenagado, apartaron al país de la grandeza que así corrió a precipitarse en el mar proceloso del desorden y la decadencia: “Se han promovido –dice Bolívar en Ocaña- peligrosas rivalidades entre civiles y militares con los escritos y con las discusiones del Congreso, no considerándolos ya como los libertadores de la patria, sino como los verdugos de la libertad. ¿Era ésa la recompensa reservada para los héroes? Aun ha llegado el escándalo al punto de excitarse odio y encono entre los militares de diferentes provincias para que ni la unidad ni la fuerza existieran”.
A la muerte de Bolívar siguió la muerte de Colombia: nos atragantamos de anarquía y no supimos a conciencia lo que es la libertad, la cual, según él mismo lo advirtiera en Angostura, es el alimento suculento de muy difícil digestión. De allí que un pueblo pervertido, si alcanza su libertad, bien pronto vuelve a perderla. Pudiera uno entonces decir con Lord Porron: “Apenas sí basta un siglo para formar un Estado, uno puede reducirlo a polvo”.
Los factores determinantes de la disolución de Colombia estaban informados de ignorancia, falacia, hipocresía y traición. ¿Qué dice la radiografía del proceso? La envidia y sus aliadas, la intriga y la mentira, luchaban por sus fueros y llevaron a Bolívar al sepulcro. ¿Y luego? Rey muerto, rey puesto; nadie quería ser bolivariano y la pátina del tiempo oligarca cubrió de sofismas su letra libertaria. ¿Quiénes estudiaban? Carente de rectitud espiritual no teníamos como ensanchar el progreso de las luces debilitando así nuestro ser independiente, paso obligado hacia el Bien Común, la Justicia Social y la Seguridad Jurídica. La unidad paso a ser una utopía que no pudimos alcanzar porque carecíamos de maestros preceptores que ayudaran a investir al ciudadano de atributos y valores. ¿Podremos hoy al calor de una revolución educativa investir al ser humano –cual cadete– Caballero o Comendador de la Verdad…, condición sine qua non para triunfar… enarbolando allá en las Cumbres del Planeta el Pendón de la Verdad para alcanzar la Justicia Social? Es tarea de siglos que debemos afrontar…
“Aquel hombre que vivió como entre llamas, y lo era” –como dijo de Bolívar el Apóstol de Cuba, Martí-, influyó por simpatía de la moral de la psiquis del filosofo de “cosas sabidas y cosas por saberse”, por el hecho de definirlo “Cabeza de los milagros y lengua de las maravillas” evidencia que Cecilio Acosta –que de niño habíase aprendido con la luz del Redentor– veía a Bolívar como Iglesia y Profeta. En efecto, su definición dice unidad y transcendencia; revela que al explorar y penetrar el sublime patriotismo de Bolívar, el suyo propio habríase templado: su frase es bautismal y psicopedagógica porque enseña y remite a la esencia sublimadora y taumatúrgica del héroe caraqueño; simboliza la edificante relación entre pensamiento, como causa, y la palabra como efecto.
Honra y conmueve el gentilicio de la Patria, en lo más hondo, que la fulgurante luz de la palabra de su hijo más esclarecido –Hijo de la Gloria y la Tempestad– siga inspirando, ¡independencia o nada!, a otros patriotas; hombres buenos cuyas sublimes reflexiones trascienden su memoria como espejos fidedignos de su alma.
Hugo Chávez es patriota consumado. Al amparo del acento luminoso de Bolívar procura sembrar en su país y también allende las fronteras las disposiciones del alma, las virtudes cardinales y valores inherentes y propicios a la justicia social. Guerrero irreductible y rebelde, intelectual insospechable, sus argumentos en defensa del proyecto independentista de Bolívar son compactos; una espada de luz para defender la gloria de Bolívar. Hijo prodigo del Alma Mater, Hugo Chávez recuerda con pasión su vida de cadete, la casa de sus sueños y las tantas ocasiones cuando, volando en alas de su portentosa imaginación, sintió de cerca la presencia del Libertador: sus palabras invocan armas y letras y la cruz del Redentor. Su discurso en el Panteón Nacional con motivo del 216 aniversario del natalicio del Padre de la Patria lo evidencia:
“Escribe maravillosamente el gran historiador Mario Briceño Peroso. Dice Mario Briceño Peroso que si Don Quijote, el de La Mancha, hubiese tenido heredero sin duda alguna que hubiese sido Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios.
Don Mario desdibuja con sublime acento, en su maravillosa obra «La Espada del Quijote «, el simbolismo inmarcesible de una espada; precisamente de esa espada que hemos colocado y yo he tenido el inmenso honor de colocarla frente a los restos mortales de quien no ha muerto,… la muerto no existe, como decía Walt Witman. Ahí están unos restos mortales, pero hay una idea transcendiendo un continente… eso no muere. Cuando el hombre se hace idea más allá de su vida, se hace idea y se hace pueblo, cuando un hombre individual se hace pueblo, jamás va a morir. ¡Bolívar jamás va a morir porque se hizo pueblo! Se hizo idea y anda en el pensamiento de los pueblos sin fin, por valles y por montañas de América, no sólo de Venezuela sino en los espacios de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Panamá y de todos estos pueblos y más allá, cruzando el Caribe y más abajo pasando Los Andes y cruzando el Atlántico y cruzando el Pacífico,… ¡por todas partes anda una idea grandiosa que es Bolívar! ¡Claro, aquí tiene su cuna y aquí vibra con más fuerza, pero tiene tanta fuerza que llega a todas partes!
Decía Don Mario que el libro de Miguel de Cervantes, aquel maravilloso libro Don Quijote de La Mancha, el libro del Manco de Lepanto llegó a la América por allá en el año 1600, pero sólo doscientos años después encarnó la idea en un visionario, en un insigne soñador… en otro Quijote. Creo que tiene razón Don Mario Briceño Peroso cuando dice que “si el Quijote hubiese tenido heredero: ¡helo allí…” , y fue Bolívar mismo quien lo expresó una vez: “Jesucristo, Don Quijote y yo, ¡He allí a los tres majaderos de la humanidad!”
Hoy hemos querido venir aquí en representación del pueblo venezolano y de los pueblos bolivarianos del Continente, de los civiles y de los militares, de los hombres y de las mujeres de esta tierra y hemos hecho algo que yo no quiero que pase como un gesto más. ¡Me refiero a la Espada del Libertador de América! ¡No sé quien decidió ni desde cuando, esa Espada, rutilante y gloriosa como ninguna, estaba prisionera en las frías bóvedas del Banco Central de Venezuela! ¡Digamos, con Cecilio Acosta, que la luz que aprovecha una Nación no es la que se concentra sino la que se difunde! ¡Qué contradicción! La Espada del Libertador personifica su fuego sagrado y yo quisiera pensar que el último donde Bolívar hubiese querido guardarla sería en una fría bóveda donde se guarda el dinero. ¿Qué tiene que ver el banco Central con la Espada de Bolívar? No es que no sea sitio seguro, pero no es el adecuado y tengo la certeza de que recojo sentimiento de todos cuando hago esta reflexión. ¡Habrá que buscar un mejor sitio para que esa Espada que el Perú le regaló al Libertador en 1825 pueda estar ¿por qué no? a la vista de quien quiera verla! ¡de cualquier ser humano que venga de cualquier parte del mundo y quiera verla…, una joya de este inestimable valor, una de las espadas más hermosas de toda la historia de los siglos! ¿Cómo vamos a tenerla en una tumba en las bóvedas del Banco Central?
Recuerdo cuando era cadete -era brigadier-, tenía entonces mis jinetes con dos rayas por allá en 1974; andaba vestido de soldado con un casco de parada y fusil y un sueño; entonces me correspondió muchas veces y por buena suerte, venir a montar guardia diurna y nocturna los días de Patria, como el de hoy…, aquí mismo donde están ustedes parados, cadetes. ¡Durante horas y horas uno estaba allí mirando ofrendas florales, oyendo discursos, oyendo promesas, mirando rostros, observando! ¡Pero penetrado de un profundo sentimiento patriótico sintiendo como ustedes lo están, sin duda jóvenes cadetes, jóvenes soldados.
Recuerdo que era un 24 de Julio, estaba parado allí, después de los actos en la soledad de este Templo Sagrado. A propósito, y aunque sea una digresión, ¡fíjense cómo quienes gobernaron al país en los últimos años nos entregaron el Panteón! ¡Se estaba cayendo… igual como se estaba cayendo la Casa! Eso refleja un poco lo que pasó por aquí, ¡un huracán antibolivariano que descalabró a Venezuela durante 40 o 50 años! ¡Medio siglo de atraso, pero llegó la hora de volver y por eso este gesto patriótico para relievar la gloria nacional que es inmarcesible…!”
(*) Tomado del libro “Hugo Chávez. Alma de la Revolución en Cristo y Bolívar