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26/07/23
26/07/1533 Pizarro mata a Atahualpa
Por Fernando Bossi Rojas

Atahualpa es considerado el último Inca del imperio del Tahuantinsuyo. Y en realidad lo fue, ya que los cuatro que le sucedieron son los llamados Incas de Vilcabamba, que solo gobernaron sobre una pequeña porción del imperio.

Todos conocemos la historia aquella que cuenta cómo Atahualpa, una vez capturado por Pizarro, le ofreció a los españoles, como rescate, llenar dos habitaciones de plata y una de oro «hasta donde señalara su mano alzada». Estando los españoles de acuerdo con la propuesta,  se procedió de  inmediato a enviar la orden a todo el imperio de que enviasen la mayor cantidad posible de oro y plata a Cajamarca. El 26 de julio de 1533, luego de haber recibido el fabuloso rescate acordado, los españoles ejecutaron en el “garrote vil”  a Atahualpa, acusándolo de ocultar un tesoro aún mayor que el recibido y culpándolo de idolatría, herejía, regicidio, fratricidio, traición, poligamia e incesto.

Pero más allá de este infame hecho, es necesario analizar por qué le resultó tan fácil, a aquel puñado de aventureros extranjeros, someter a un imperio tan poderoso como el incaico.

Sin dejar de considerar los elementos tecnológicos y los estragos de las enfermedades importadas desde Europa, la causa central de la derrota de los indígenas fue la división existente y la soberbia de sus mandatarios.

Tras la muerte del inca Huayna Cápac, asumió Huáscar el trono, pero éste fue disputado por su hermano Atahualpa. Esa disidencia provocó una guerra civil catastrófica para el imperio, que se dividió en dos territorios con sus respectivos centros de operaciones en el Cusco y en Quito. Atahualpa se impuso, después de una importante cantidad de batallas que movilizaron a miles de guerreros y achicaron las arcas del imperio.

Ya estaba culminando esa guerra civil cuando entraron los españoles al territorio incaico. Huáscar, derrotado y prisionero, fue ejecutado por orden de su hermano al creer que éste podría unirse a los españoles para recuperar el poder.

Hay otro elemento a tener presente: la nobleza incaica, para mantener su cada vez mayor corte de privilegiados y sostener al ejército, necesitaba incrementar los tributos a las comunidades por ellos conquistadas. De ahí que muchas comunidades indígenas se unieron a los españoles con ansias de revancha y con el fin de liberarse de las imposiciones fiscales del poder central.

El Inca, haciendo alarde de poder y con mucha  soberbia también, subestimó a los conquistadores y supuso que sólo la cantidad de sus fuerzas serían suficientes para que los extranjeros se rindieran. Cuando fue a reunirse con Pizarro, no consideró que éstos pudieran atacarlo, e inclusive estando prisionero se manejó como si siguiera siendo el monarca supremo. Recién tomó conciencia de su situación cuando estaba frente al cadalso y ya era tarde para todo.

La desunión ante el enemigo extranjero fue la principal causa por la cual el gran imperio del Tahuantinsuyo sucumbió,  y esta desunión fue consecuencia de una desigualdad  que comenzaba a marcarse notoriamente en el seno de una sociedad donde los privilegios de unos pocos atentaban contra la gran mayoría de la población.

Fuente:
Portal Alba

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