Dicen que los morochucos son mestizos descendientes de los conquistadores almagristas, que se habían sublevado contra el rey promediando el Siglo XVI. Los sobrevivientes de la batalla de Chupas, huyeron de la fuerte represión realista y se instalaron en la Pampa de Cangallo, lo que hoy es el Distrito Ayacucho en el Perú.
Estos españoles, mezclados con los pueblos quechuas de la región, configuraron una especial y bien definida cultura: los morochucos. Jinetes de la talla de los gauchos, llaneros o montubios, los morochucos se hicieron señores de las pampas peruanas. Llama aún la atención la fisonomía de muchos de ellos, porque físicamente son indios serranos, pero hay muchos con tez blanca, ojos celestes, espesas barbas y cabellos claros. Muchos de ellos son músicos, todos en general rebeldes.
Entre ellos, en 1747, nació Basilio Auqui Huayalla, guerrillero que durante seis años sembró el terror entre las tropas colonialistas españolas. No era para menos, al mando de sus indomables morochucos derrotó infinidad de veces a las tropas realistas al mando de los generales Mariano Ricafort y José Carratalá “El Carnicero”. Auqui se destacó en acciones militares como los combates de Huanta y Matará, Piquimachay, Rucumachay, Atunhuana y Atuntocto.
Pero en Saqapampa fue donde le dio el golpe más fuerte a los colonialistas. No sólo por las bajas producidas a los españoles, que fueron más de 400 hombres, sino por la forma en que el guerrillero hizo caer a las experimentadas tropas colonialistas en una trampa preparada especialmente.
Ante esta derrota el general Carratalá, el “Carnicero”, clamó venganza e ingresó a la localidad de Cangallo a sangre y fuego. Sobre los cadáveres de la población lanzó un decreto por el cual se prohibía para siempre la edificación de cualquier tipo sobre esa tierra arrasada. Decía el decreto: “Queda reducido a cenizas y borrado para siempre del catálogo de los pueblos, el criminalísimo Cangallo”.
Auqui siguió combatiendo, pero por la traición de uno de los suyos fue apresado junto a su mujer e hijos, quienes fueron inmediatamente ejecutados. Fue en febrero de 1822 y Don Basilio tenía 75 años de edad.
El general San Martín, al conocer el heroísmo de Auqui y los morochucos, ordenó reedificar Cangallo y la llamó Heroica Villa, en cuya plaza principal habría de levantarse un monumento al heroico guerrillero. Años más tarde Bolívar quiso testimoniar a su vez un nuevo reconocimiento a tan valeroso pueblo, concediéndole calidad de Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo.
Música: «Huaynos Morochucos». Huaynos Ayacuchanos, Intérprete Raúl García Zárate