El 30 de septiembre se cumple un nuevo aniversario de la caída en combate del internacionalista vasco Pakito Arriarán Arregi. Fue en El Salvador, en 1984, combatiendo como guerrillero del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
A Pakito ya le habían amputado una pierna. El ejército salvadoreño venía “peinando” la zona con una presencia descomunal de tropas y el joven vasco instó a sus compañeros para que huyeran lo más rápidamente posible. A él no le quedaba otra opción que enfrentarse a la muerte. Con sólo una pistolita calibre 22 y dos granadas hizo frente a las fuerzas represivas. Fue en El Zapotal, departamento de Chalatenango.
Pakito había nacido el 22 de abril de 1955 en la localidad guipuzcoana de Arrasate, en el País Vasco. Sus padres tuvieron tres hijos, siendo él el primogénito.
En 1975, cuando Pakito tenía diecinueve años, la policía le detuvo. Ya era militante de la organización independentista ETA. De allí en más, vendrán otras detenciones y persecuciones. Viajó a Venezuela por un tiempo, donde se vinculó con otros jóvenes revolucionarios. Luego volvió al País Vasco pero de la zona francesa, hasta que en 1982 se trasladó, vía Nicaragua, a El Salvador, para incorporarse a la guerrilla del FMLN.
«…Por mi parte os digo que no corro apenas peligro, el enemigo no puede apenas llegar, son verdaderos territorios liberados los que tenemos, donde la vida se hace libertad, se hace revolución, donde las relaciones van cambiando, donde hay un objetivo; llegar al poder. Que manden los obreros, los campesinos, todos a los que han querido pisotear, humillar. Todos los que han sido brutalmente asesinados», decía Pakito a sus familiares en una de sus últimas cartas.
Como tantos otros jóvenes que dieron su vida por los ideales de justicia, libertad e igualdad, Pakito Arriarán estará por siempre en la memoria de los revolucionarios de Nuestra América. ¡Gloria al heroico vasco! Su esfuerzo no fue en vano, y un día, no muy lejano, Euskal Herria será libre.