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25/03/23
Regiones: Nicaragua
La vigencia del pensamiento de Sandino
Por Edgar Solórzano

Cuando los traidores y cobardes por encargo del águila del norte mataron a Sandino, pensaron que asesinando su cuerpo de igual manera desaparecerían sus ideas. Fue por eso que su cuerpo también lo desaparecieron e inmediatamente comenzaron a denigrar su imagen y recordarlo como un simple y vulgar bandolero.

Hasta 1960 Sandino era casi un desconocido, ocultado y quienes hablaban de él se referían de manera despectiva para deformar la historia. Solo unos cuantos mantenían su lucha como un cuento de camino.

Carlos Fonseca, aquel joven de ojos azules, que ya ciego y cansado se fue a la montaña para buscar la unidad del Frente Sandinista, con su fuerza moral inquebrantable, tuvo la visión no solo de fundar el Frente Sandinista, sino de arrancar de las páginas del olvido a Sandino, proyectarlo en su verdadera dimensión histórica y reivindicarlo, anteponiendo el nombre del héroe a la incipiente organización que daría al traste a la dictadura el 19 de julio de 1979.

Carlos propuso que se llamara Frente Sandinista de Liberación Nacional y argumentaba la importancia de que la gesta de Sandino se incrustara en la conciencia de los revolucionarios, porque eso le daría un carácter anti-imperialista, un sello permanente de una lucha que trascendía más allá de un simple cambio de gobierno. Un sello nacional, genuino y de una gran trascendencia política.

En todo momento Carlos orientó a la militancia estudiar a Sandino y por eso el Frente Sandinista le dio la tarea a un intelectual de iniciar el trabajo de organizar y sistematizar el Pensamiento de Sandino, que sí existió realmente, pero que estaba disperso, olvidado, guardado.

Por eso, para dar el ejemplo, Carlos Fonseca se dio a tarea de ir al encuentro con el pasado, con las raíces históricas de lucha del pueblo. Estudia a Sandino a través de sus documentos, cartas, proclamas y manifiestos, escritos a partir de 1926 cuando inicia la lucha contra la invasión norteamericana, hasta 1934 que es asesinado cobardemente.

Y a ese Sandino Carlos le dio un soplo de vida, lo hizo renacer de nuevo en la patria, lo cubrió con sus propios principios y valores, para proyectar la verdadera estatura del héroe que dignificó a Nicaragua en un siglo donde eso era considerado casi un pecado.

Carlos convierte a Sandino en signo y símbolo de la lucha del movimiento revolucionario nicaragüense. En santo y seña de esta nueva etapa de la guerra sandinista.

Carlos redactó el folleto Sandino Guerrillero Proletario, proyectando como principales características del pensamiento de Sandino: el Antimperialismo, Nacionalismo, defensa de la Soberanía Nacional y la Autodeterminación de los Pueblos.

Se trataba de destacar los elementos necesarios que le imprimieran al movimiento revolucionario su carácter clasista, popular, principalmente su carácter obrero-campesino. Proyectarlo a nivel nacional e internacional. Y Carlos logra su cometido.

Es por eso, que Carlos Fonseca es considerado como “el pilar fundamental para el rescate del sandinismo y de nuestros auténticos valores históricos nacionales”.

Carlos buscó las raíces en las entrañas de la historia y se encontró con las páginas más gloriosas y combativas, de valor trascendental, de reflejo de patriotismo resumido en aquel hombre de facciones indígenas, bajo de estatura pero lleno de valentía, que salió de Niquinohomo, se fue a Honduras, Guatemala y México por necesidad y volvió al terruño por vergüenza, a como él mismo lo señalara en uno de sus escritos.

Carlos se convirtió en puente entre Sandino y la nueva generación de sandinistas que continuarían escribiendo la verdadera historia de Nicaragua.

No obstante, esas premisas del pensamiento de Sandino fueron expuestas en un momento en que Nicaragua comienza a tomar conciencia de su realidad. Es decir, que fueron expuestas para concientizar a los hombres y mujeres sobre la necesidad de enfrentar a la dictadura militar somocista con las armas en las manos. Y nada mejor que presentar la epopeya del guerrillero proletario, como le llamó Carlos Fonseca a Sandino, proyectando esa propuesta que sostuvo con la lucha y con su vida durante siete años consecutivos en las montañas de Las Segovias.

Se nos presentó a un Sandino guerrillero, militar. A Sandino el héroe de Las Segovias, el hombre de la gran epopeya de la patria. Pero un Sandino casi limitado en la lucha de expulsar al yanqui invasor, con sus principios de patria y libertad, dejando a un lado todo un pensamiento avanzado, toda una propuesta de paz, de justicia y libertad.

Sin embargo, el Pensamiento de Sandino no puede encasillarse solo en esos presupuestos de Antimperialismo, Nacionalismo, defensa de la Soberanía Nacional y la Autodeterminación de los Pueblos. No. Debemos ver a Sandino de forma integral, con su visión de patria, con su propuesta de nación, y no solo un planteamiento nacional, sino más allá de nuestras fronteras con su visión Americanuestra.

Sandino planteó una propuesta nacional y una propuesta internacional que pasa por la Unidad de América, que las va desarrollando en sus cartas, manifiestos, proclamas y en las pocas entrevistas que dio a periodistas de medios extranjeros. Es un pensamiento de avanzada.

Él mismo dirá:

Este movimiento es nacional y antiimperialista. Mantenemos la bandera de libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica. Por lo demás, en el terreno social, este movimiento es popular y preconizamos un sentido de avance en las aspiraciones sociales…”

Quiero hacer hincapié en lo siguiente. Cuando hablamos del Pensamiento de Sandino no esperemos encontrar un pensamiento elaborado, acabado. No. Es un pensamiento producto de su encuentro con la realidad, de una praxis cotidiana y como resultado de sus vivencias como trabajador artesano, estibador, obrero, mecánico de la compañía petrolera norteamericana Huasteca Petroleum Company y minero en el yacimiento aurífero San Albino.

Al respecto el compañero René Núñez Téllez (Q.E.P.D.), expresaba que: “El pensamiento de Sandino es rico, es diverso y además es un pensamiento no producto del estudio, sino de la acción o más bien producto de la acción y del estudio, ambas cosas a la vez”.

Es decir, Sandino nutriéndose de historia. Sandino asimilando la realidad a través de los ojos del pueblo, de la lente de los obreros y campesinos con los que convivió día a día en la lucha de la defensa de la patria.

Ese Sandino que se presenta a sí mismo: “…no soy político profesional, sino un humilde artesano. Mi oficio es mecánico, y con el martillo en la mano me he ganado el pan de toda mi vida hasta la edad de treinta y tres años que hoy tengo”.

Y agrega: Soy trabajador de la ciudad, artesano cómo se dice en este país, pero mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo, en el derecho de ser libre y de exigir justicia, aunque para alcanzar ese estado de perfección sea necesario derramar la propia y la ajena sangre. Que soy plebeyo, dirán los oligarcas o sea las ocas del cenagal. No importa: mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición: los conservadores de Nicaragua, que hirieron el corazón libre de la Patria y que nos perseguían encarnizadamente, como si no fuéramos hijos de una misma nación”.

Se trata de un pensamiento que va madurando a lo largo de su lucha contra el imperialismo yanqui, en sus batallas constantes contra las paralelas históricas, alimentándose de las necesidades del campesino y del obrero. De esa manera va hilvanando una forma nacionalista de entender e interpretar la realidad nacional e internacional.

El pensamiento de Sandino plantea preceptos de Paz Efectiva, Reconciliación de la Familia, Restitución de Derechos y Respeto a la Institucionalidad, todo por el Grande amor a la Patria, preceptos que se están desarrollando Nicaragua en esta segunda etapa de la Revolución.

En primer lugar, es necesario dejar claro que Sandino era un hombre de paz. Sandino no era un bandolero, ni un aventurero. Sandino quiere paz y tranquilidad para su país, por eso se ve obligado a tomar las armas y arma un Ejército de obreros y campesinos.  

Él está claro que la paz pasa no solo por sacar a los invasores del país, sino que expulsar la intervención yanqui de toda la vida política, social y económica del país, es una premisa sine qua non para poder obtener esa paz.

Sandino no concibe una paz cualquiera, sino una Paz Efectiva, eficaz y duradera, como parte de lo que él denomina Democracia Efectiva; y eso es lo que busca a través de su lucha iniciada cuando Moncada traiciona a la nación al firmar el Pacto del Espino Negro mediante el Tratado Stimpson-Moncada.

Mediante ese Pacto el Partido Liberal entregó sus armas para recibir diez pesos a cambio y Estados Unidos se comprometió a vigilar las próximas elecciones a celebrarse en Nicaragua.

Con ese discurso Moncada le propuso a Sandino el 24 de Mayo de 1927 que se rindiera, que entregara las armas, porque el Partido Liberal tomaría el poder y restablecería el orden constitucional; además de ofrecerle la jefatura política de Jinotega.

Al respecto dice Sandino:

“Así entregó las armas Moncada. Comprendí que éste traicionaba los intereses de la revolución, pues así lo declaró el Dr. Sacasa, y comprendí también con amargura que eran defraudados los ideales del pueblo nicaragüense. No era posible que yo fuera indiferente a la actitud asumida por un traidor. Recordé en esos momentos las frases hirientes con que nos calificaban a los nicaragüenses en el exterior. Así pasé tres días en el cerro del Común, abatido, triste, sin saber qué actitud tomar, si entregar las armas o defender el país, que reclamaba conmiseración a sus hijos. No quise que mis soldados me vieran llorar y busqué la soledad. Allí, solo, reflexioné mucho, sentí que una voz extraña me decía: «¡Vendepatria!» Rompí la cadena de reflexiones y me decidí a luchar comprendiendo que yo era el llamado para protestar por la traición a la patria y a los ideales nicaragüenses, y que las balas serían las únicas que deberían defender la soberanía de Nicaragua, pues no había razón para que los Estados Unidos intervinieran en nuestros asuntos de familia. Fue entonces cuando publiqué mi primer manifiesto”.

El 24 de Mayo de 1927 en Yalíen una carta que dirige al Jefe del Destacamento Americano destacado en Jinotega, le expresa:

Considerando que las bases propuestas y aceptadas por el general Moncada no garantizan la paz y tranquilidad del país bajo la Presidencia de don Adolfo Díaz, contando como en realidad cuenta con una mayoría elegida por él mismo en el Congreso, Senado y Corte Suprema, y que con tiempo daría acción a nuevos vejámenes para el Partido Liberal y nueva guerra civil, teniendo en cuenta el anhelo de paz que a todos nos anima, para que sea eficaz y duradera, proponemos como condiciones indispensables……

Y ahí empieza Sandino su lucha, dejando claro en primer lugar el anhelo de paz y tranquilidad como premisas indispensables para dejar las armas, dentro del marco de lo que hoy denominamos Estado de Derecho, Democracia Efectiva y respeto a la Institucionalidad.

Y el 12 de julio de 1927 deja claro, en una carta enviada al Capitán G. D. Hatfield, quien lo conminaba a rendirse: “No me rendiré y aquí los espero. Yo quiero Patria Libre o Morir”.

En el primer Manifiesto dado a conocer el primero de Julio de 1927, es decir dos meses después de la claudicación de Moncada, Sandino entre una serie de consideraciones sobre los impuestos que generará el Canal de Nicaragua, manifiesta que serían suficientes ingresos para educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de democracia efectiva”.

Sandino organiza como parte de su lucha para enfrentar la invasión yanqui 8 municipios del Departamento de Nueva Segovia, fuera del control del gobierno títere de Adolfo Díaz, que eran: San Fernando, Ciudad Antigua, Telpaneca, San Juan de Segovia, Quilalí, Murra, Jalapa y Ciudad Sandino, que antes se llamó El Jícaro. Y así se lo dio a conocer al mundo en un informe público fechado el 15 de Julio de 1927, desde El Jícaro.

En esa carta Sandino deja expreso que “en cada uno de estos pueblos, tenemos un pequeño resguardo para mantener el orden público, así como la marcha de nuestra administración, basada en la más pura democracia”.

La democracia para el héroe de Las Segovias implica orden, pero sobretodo brindar garantías a los ciudadanos y libertad efectiva. “A un a nuestros enemigos concedemos toda clase de garantías”, dirá en su Informe a sus hermanos de raza el 15 de julio de 1927.

Desde El Rempujón, que es la puerta de entrada de El Chipote, donde Sandino tenía todo su arsenal de guerra, insiste el 17 de Julio de 1927 que “la paz que consiguió Moncada no es la paz que puede dar libertad a los hombres, sino que es la paz de que disfruta el esclavo…”. Y sostiene que “…el único responsable de todo lo que ocurre, en el presente y en el futuro, aquí en Nicaragua, es el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge…”.

En un parte de guerra fechado el primero de Agosto de 1927, escrito en El Chipote, Sandino considera que “…una gran nación adquiere honor y prestigio respetando la soberanía de los pueblos débiles y pequeños, en vez de oprimir a aquello que lucha por la seguridad de sus instituciones”.

A medida que uno va estudiando y analizando las cartas, las proclamas y manifiestos de Sandino, observa detenidamente cómo a lo largo de su lucha este obrero alzado en armas por la necesidad histórica, va conjugando una serie de elementos que a la distancia de 88 años de su tránsito a la eternidad tienen plena vigencia, porque sencillamente el factor Nación versus Imperialismo sigue vigente.

Sandino comienza su discurso –en el entendido de planteamiento de ideas, de pensamiento–, con categorías de Paz Duradera, Democracia Efectiva, Libertad Plena y Seguridad de las Instituciones.

Y en ese enfrentamiento Nación vs Imperialismo esos conceptos del pensamiento de Sandino no solamente tienen vigencia en su concepto semántico, sino como premisas fundamentales para hacerle frente al enemigo que usa armas más sofisticadas en ese enfrentamiento que las que usó hace ocho décadas contra Sandino.

El General del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional desde su praxis plantea claramente su visión de justicia, de respeto a las leyes para poder tener una paz efectiva, que pasa primero por sacar al yanqui no solo físicamente de nuestro terruño, sino de cualquiera de sus actos en el país. Eso mantendrá al país con decoro, con dignidad, porque su soberanía se hace respetar.

El primero de Abril de 1928 en Carta dirigida a Froylan Turcios le expresa: “En resumen, de los conocimientos por mí adquiridos deduzco que el hombre no podrá jamás vivir con dignidad desviado de la sana razón y de las leyes que marca el honor”.

Y finaliza su misiva indicando que “Amo la justicia y por ella voy al sacrifico”.

Sandino de manera constante estará insistiendo siempre en esa paz efectiva que pasa por el retiro de las fuerzas intervencionistas norteamericanas, como un inicio para comenzar a construir el proyecto de nación soberana y restituirle sus derechos al pueblo.

El 14 de Mayo de 1928 en carta dirigida a Froylan Turcios, le expresa que “el Gobierno Nacional se hace indispensable en Nicaragua para terminar de una vez por todas con el caudillaje; y gozar así de una paz efectiva”.

El primero de enero de 1929 en una carta enviada al Contralmirante de la Marina de los Estados Unidos, Comandante del Escuadrón de Servicio Especial radicado en Corinto, D. F. Sellers, como respuesta a una proposición donde le pide que cese su resistencia armada, porque ya en ese momento se habían realizado elecciones, Sandino vuelve a insistir en la necesidad de una paz efectiva.

En esa carta hace referencia que la Soberanía de un Pueblo no se discute, sino que se defiende con las armas en la mano. “Sin llenar ese requisito no habrá paz”, apunta Sandino.

Y sostiene que “…solamente con el general José María Moncada podría yo entrar en un arreglo para llegar a una paz efectiva en nuestro país”.

Más adelante en esa misma misiva reafirma que: “…para llegar a ese arreglo de paz efectiva con el general José María Moncada, ponemos como primera base, absolutamente indispensable, el retiro de las fuerzas norteamericanas al mando de usted, de nuestro territorio”.

Las bases para la búsqueda de la paz efectiva Sandino las envía a Moncada el 6 de Enero de 1929, que representan ideas avanzadas, revolucionarias. Ideas que trascienden su época y, que por tanto, tienen vigencia en pleno siglo XXI.

Cuando uno analiza las políticas de imposición del imperialismo norteamericano a nuestros pueblos, se da cuenta que Sandino era visionario, que a la distancia de 88 años continúa iluminando a Nicaragua y América Latina con su pensamiento.

En la cuarta base de su propuesta a Moncada, Sandino establece: “Rechazar con toda virilidad cualquier intromisión que los gobiernos de Estados Unidos de Norteamérica quisiera efectuar en nuestros asuntos interiores y exteriores de pueblo libre y mucho menos admitir la supervigilancia por dichos gobiernos, de elecciones presidenciales o de cualquier otra naturaleza en el futuro, bastándonos nosotros mismos para realizar elecciones libres”.

En su base séptima fija “Que por iniciativa del Ejecutivo, emita el Congreso Nacional las Leyes de Accidentes del Trabajo y de ocho horas diarias de trabajo como jornada máxima…”

Es decir, propuso establecer lo que hoy llamaríamos el respeto de la voluntad de las partes.

Propuso una ley por la que sea reconocido a las mujeres el derecho al mismo salario que a los hombres por igual trabajo ejecutado, que no es más que una propuesta marxista de igual trabajo igual salario; y es una propuesta de Género.

Sandino en sus bases aboga por el derecho de organización de los trabajadores de uno y otro sexo en Sindicatos o cualquier otra forma; exige que se reconozca el derecho de huelga a toda organización de trabajadores; que se establezca el pago efectivo por trabajo o no por “cupones”, “vales” o cualquier otra forma que eventualmente adoptan empresas; que el pago sea efectivo cada diez días y quincenal o mensualmente o períodos más largos.

Es decir, que la propuesta de Sandino para lograr una paz efectiva y duradera implica el retiro del imperialismo en todos los órdenes y la restitución de derechos al pueblo de Nicaragua.

“Lo que el pueblo nicaragüense necesita es restaurar sus derechos perdidos desde 1909 hasta el presente”, sostiene Sandino, el Guerrillero Proletario en la propuesta de sus bases.

De igual manera el tema de la Reconciliación de la Familia es otro de los sueños por los que luchó el General Augusto C. Sandino.

En carta enviada el 2 de Enero de 1930 al secretario general del Comité Central del Partido Comunista de México, Hernán Laborde, le hace un breve esbozo de su lucha contra el imperialismo yanqui y le manifiesta entre otros temas que “Urge que la Reconciliación entre la Familia Nicaragüense se realice…”.

Sandino a lo largo de su lucha plantea de manera reiterada los conceptos de Paz Efectiva, Paz Duradera, Democracia Efectiva, Libertad Plena, Seguridad de las Instituciones, Restitución de Derechos, Reconciliación de la Familia, como preceptos para construir un país soberano, digno, con decoro y prestigio; para iniciar “una era de renovación fundamental en nuestra existencia pública”, como él afirmaba.

Y en el ámbito internacional, Sandino proponía la creación de un organismo que aglutinara a las 21 repúblicas de América Latina, como una necesidad de enfrentarse unidas contra el imperialismo norteamericano.

Esa propuesta fue escrita el 20 de Marzo de 1929, desde el Chipotón en las Segovias y planteaba realizar una Conferencia entre Representantes de los Gobiernos de los 21 Estados indohispanos, en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina, que los llevara a crear una alianza o una federación “para mantener incólume esa independencia frente a las pretensiones del imperialismo de los Estados Unidos de Norteamérica, o frente al de cualquiera otra potencia a cuyos intereses se nos pretenda someter”.

Esa Conferencia de Representantes constituiría la Corte de Justicia Latinoamericana, con el objetivo estratégico para la defensa de la Soberanía integral de la nacionalidad latinoamericana; de igual manera tendría un Comité de Banqueros Latinoamericanos con el objetivo de cancelar con fondos propios los contratos que existieran entre Estados Unidos y los 21 países latinoamericanos, además, estarían encargados de la construcción de obras materiales y vías de comunicación y transporte.

Esas ideas de acuerdo a Sandino, “constituirían únicamente el primer paso en firme para otros venideros y fecundos esfuerzos de nuestra nacionalidad”, “asegurando de este modo nuestra libertad y nuestra soberanía interiores amenazadas por el más voraz de los imperialismo”.

En un mensaje enviado a los gobernantes de América desde El Chipotón, el 4 de agosto de 1928, entre otros temas les habla de la efectiva democracia, de la necesidad de pensar en nuestra unificación, de formar un Frente Único y contener el avance del conquistador.

Sandino lucha por la paz y hace hincapié en que “…la libertad no se la conquista con flores…” porque “…los hombres dignos de la América Latina debemos imitar a Bolívar, Hidalgo, San Martín, y a los niños mexicanos…. “…antes que aceptar sumisos una vida llena de oprobio y de vergüenza en que nos quiere sumir el imperialismo yankee”.

El 13 de marzo de 1933 en el Manifiesto a los pueblos de la tierra y en particular al de Nicaragua, plantea que firmó los Convenios de Paz teniendo en cuenta que en ese momento “…Nicaragua continuaba política y económicamente intervenida y así continuará mientras los gobiernos pertenezcan a partido determinado; por el momento nuestro sacrificio solamente ha logrado evitar la presencia de tropas mercenarias en nuestro suelo, deteniendo tan siquiera la orgía y corrupción que se desató en Nicaragua con la ocupación de los filibusteros yanques”.

A pesar de esas circunstancias, Sandino cree y así queda establecido en el Convenio de Paz, que “….en virtud de la desocupación del territorio patrio por las fuerza extrañas, se abre indudablemente una era de renovación fundamental en nuestra existencia pública”.

Era que para Sandino implica fortalecer el sentimiento colectivo de autonomía, mantener por todos los medios racionales el resplandecimiento en toda su plenitud de la soberanía e independencia política y económica de Nicaragua.

En el inciso tres del Convenio de Paz se establece a instancia de Sandino, que “…Los delegados del general Sandino y de los partidos, reconocen la conveniencia de cimentar prácticamente la paz en el territorio de la República”.

Sandino firmó el Convenio de Paz el 2 de febrero y el 13 de febrero expresa que “así quedó establecida la paz, y el orden será completo de nuestra parte mientras no haya empréstitos a capitales extranjeros que limiten en lo más mínimo la soberanía de Nicaragua”.

En esos distintos mensajes Sandino deja claro que el establecimiento de la paz en Nicaragua pasa por el respeto a la soberanía en todos sus órdenes, por una sencilla razón, y es que a raíz de la intervención de 1912 Estados Unidos impuso a nuestro país la dominación militar, además de la dominación política que le es permitida con la firma de los Pactos Dawson a través del gobierno conservador que ellos impusieron. Pactos que le permitirán por medio de sus intermediarios nacionales, los peleles vendepatria organizar, dirigir, fiscalizar y bendecir el ganador de las elecciones, así como la conformación del gobierno; y también dominación económica que incluye el cumplimiento de la orientación en todo lo relacionado en materia presupuestaria, empréstitos y todo lo que significó la hipoteca de nuestro país.

Sandino está claro que esas circunstancias de dominación no han desaparecido con el retiro de las tropas yanquis, pero cree que se abre una era de renovación que mantiene intacto el reclamo sandinista por el cual se llevó a cabo la gesta heroica de siete años de lucha contra la intervención norteamericana y por la nación y la nacionalidad.

Sandino arribó a Managua el 2 de febrero de 1933 para suscribir el Convenio de Paz consciente de los peligros que lo rodeaban y así se lo hizo saber a sus más allegados, consciente de los riesgos que corría.

Horas antes de suscribir el Convenio de Paz reveló a Salvador Calderón Ramírez, uno de sus delegados para firmar el Protocolo: “Yo no dispararé un tiro más. Haremos la paz, aunque se opusiera el mismo señor Presidente. Mi resolución es irrevocable”.

Y agregó: “Por ese ideal he venido, desafiando los riesgos y haciendo cara a los rencores y odios de la Guardia”.

Y añadió: “Hoy por hoy nuestro gran negocio es el negocio de la paz… Yo no pongo condiciones. No deseo más que el convenio pacífico contenga términos de honra nacional. Nada para mí y garantías para mis muchachos”.

Un año después, el 21 de febrero de 1934 al estar en pleno desarrollo la traición y a pocos minutos de ser asesinado, le dijo a sus captores:

“¿Por qué semejante atropello? Hecha la paz todos somos hermanos. Mi único afán propende al resurgimiento de Nicaragua por medio del trabajo”.

Sandino le dice a los guardias que llamen al General Somoza, con quien hacía unas cuantas horas se había dado un abrazo en señal de concordia, para que sea él mismo quien le diga qué desea.

“Nos explicaremos con toda cordialidad y mejor que nuestros labios se moverán nuestros corazones. El mío solo palpita por la patria”.

Sandino amó tantoa Nicaragua que no solo luchó por ella, sino que dejó constancia de su lucha por la paz en el último segundo de su vida, porque su corazón solo palpitaba y continúa palpitando por la patria a 89 años de su tránsito a otro plano de vida

Managua, Marzo de 2023.

Fuente:
Portal Alba

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