El desarrollo de la campaña electoral a las elecciones municipales y autonómicas es absolutamente anodino. Ninguna de las fuerzas políticas de las que participan en ese proceso de “reparto de puestos” plantea ni tan siquiera de forma periférica respuesta alguna a los grandes problemas que hoy afectan a la sociedad, y cuando se plantea alguno, como es el caso de la Sanidad Pública, especialmente en la Comunidad de Madrid, se hace de una forma totalmente torticera y electoralista. Si realmente quisieran frenar en seco el proceso de privatización del Sistema Sanitario Público, podrían hacerlo de forma inmediata derogando la Ley 15/97, para lo que el Gobierno de Progreso tiene mayoría parlamentaria suficiente, cerrando la vía para seguir adelante con el proceso de destrucción del Sistema. Pero no tienen la menor voluntad política para ello, pues sería confrontar con los mismos que los sostienen en las instituciones, es decir, los que tienen intereses directos en la privatización del Sistema Sanitario Público; estos, por cierto, tienen cada vez más poder e influencia sobre el actual Gobierno, como ha quedado demostrado en el acuerdo para que las mutuas se hagan cargo del tratamiento de los problemas traumatológicos ocurridos fuera del horario laboral, incluyendo las bajas y altas laborales, con la bendición del Ministerio de la Seguridad Social y los sindicatos CCOO y UGT, por poner un ejemplo reciente.
Sobre la guerra de la OTAN contra Rusia que se desarrolla en territorio ucraniano, afectando directamente a las clases populares de los Estados europeos y del mundo, nadie dice una palabra, lo que es indicador del nefasto nivel ideológico e intelectual de las fuerzas concurrentes. El espectáculo en Euskal Herria está siendo simplemente patético. La violencia contra las mujeres no ha hecho más que aumentar en los últimos años, expresión del refuerzo de la ideología machista bajo nuevas formas que se amparan en una falsa modernidad, pero manteniendo los posicionamientos más retrógrados y antifeministas. La principal responsable de la rebaja de penas a más de un millar de delincuentes sexuales, y la puesta en libertad de más de un centenar de ellos, sigue de titular del “Ministerio de Igualdad”. El resultado está parcialmente conseguido, banalizar la violencia contra las mujeres y, de paso, poner como problema central de la sociedad la llamada transfobia, como dicen Biden y los impulsores del imperialismo y la guerra. El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre l@s jóvenes y las autolesiones cada vez van a más. Los accidentes laborales, consecuencia del refuerzo de la explotación del sistema capitalista, aumentan de forma exponencial, pero todo ello no tiene el menor interés para los gestores y reproductores del Sistema.
Están intentando resetear los valores positivos de la sociedad para anular, mediante la perversión ideológica y cultural, la capacidad de organización y la lucha social. Como hemos comentado en anteriores editoriales, el imperialismo ya ha utilizado esos métodos en otros momentos históricos. Para llevar adelante cambios políticos monstruosos necesitan de un asalto orquestado al pensamiento racional; así sucedió en la fase preparatoria del ascenso del fascismo en Europa, como estudió Lukács en “El asalto a la razón”. Estamos en una situación con bastantes paralelismos, y el pensamiento queer, por llamarlo de alguna manera, es una herramienta principal para preparar ese terreno. Por desgracia, organizaciones políticas y sindicales que tradicionalmente se incluían en el campo del antiimperialismo y del anticapitalismo han asimilado a pie juntillas esa “filosofía” protofascista. No es de extrañar que, según el Informe PIRLS, la comprensión lectora en el mundo occidental, particularmente en el Estado español, haya caído notablemente, lo cual es más grave teniendo en cuenta el ya bajo punto de partida. Así quieren a la población, embrutecida, con una severa incapacidad para interpretar la realidad, y, por tanto, más fácilmente manipulable. Lo hemos dicho en numerosas ocasiones, pero lo reiteramos: el debate filosófico e ideológico y el estímulo al estudio y la formación científica son herramientas imprescindibles para la construcción de movimiento revolucionario.
La manipulación mediática en el mundo occidental, en coherencia con lo que acabamos de decir, no tiene límites, pero se agudiza en todo aquello relacionado con la guerra en Ucrania y respecto a China.
En cuanto a Ucrania, el último ejemplo es la ya afamado caso de los Kinzhal (misiles hipersónicos rusos) y los Patriot (sistemas de defensa estadounidenses cedidos a Ucrania). Según el Gobierno ucraniano, sus defensas antiaéreas habrían destruido seis misiles hipersónicos rusos; desde Moscú dijeron que era imposible, porque solo habían lanzado tres, y señalaron que habían destruido uno de los sistemas Patriot, mientras que los ucranianos lo negaron. A las pocas horas, los propios EEUU reconocieron que una de esas instalaciones había sufrido daños menores, “de chapa y pintura”. Imágenes recogidas por ciudadanos ucranianos han mostrado cómo efectivamente un sistema Patriot fue destruido, lo que ha desatado una nueva ofensiva represiva contra los ciudadanos ucranianos, incluyendo aquellos que tomaron imágenes de los impactos. Y así, con todo. La mayor parte de la población en el Estado español solamente tiene acceso a la televisión y a la prensa del Régimen en su doble variante, de “izquierdas” y “derechas”. Esto, junto a las limitaciones de comprensión cognitiva, inducida desde el propio poder, dificulta severamente llegar a conclusiones veraces. Simplemente leyendo la información relacionada con la guerra en los medios de comunicación occidentales -especialmente en el Estado español- y contrastándolas con informaciones de la Agencia TASS, por poner un ejemplo, no es difícil evaluar el grado de manipulación en que están instaladas las primeras. La información veraz también es una batalla de primer orden en las actuales circunstancias, de ahí la censura mediática. Es significativa la respuesta del embajador ucraniano en París exigiendo disculpas por un reportaje aparecido en la televisión francesa RTL, en la que se calificó la gira de Zelensky de “show” y “circo”. Hace unos pocos meses esto sería inconcebible, pero en los próximos tiempos lo veremos con más frecuencia. La mentira, por muy planificada y orquestada que esté, tiene siempre final de recorrido.
En los próximos días se aprobará en la Cumbre del G7 el enésimo paquete de sanciones a la economía rusa. Desde el primer paquete que se puso en marcha, se aseguraba que arruinarían a la economía rusa definitivamente. Decían que las siguientes sanciones eran para resolver algunos flecos. Las relaciones de la economía rusa se tuvieron que replantear, pero los resultados obtenidos son suficientemente sólidos como para que este país pueda sobrevivir con holgura. Paradójicamente, algunas de las consecuencias inducidas de esas medidas, como la venta a la India y China de petróleo ruso, salvan de una crisis más grave a Europa Occidental, pues una buena parte del combustible que sigue llegando a Europa sigue viniendo en origen de Rusia, siendo antes tratado en estos terceros países para ser convertido en gasolina y gasóleo antes de su exportación a Europa. Hasta el uranio enriquecido que alimenta las centrales del Estado español proviene de Rusia, pero es comprado al intermediario… estadounidense. Dentro de la Unión Europea, tan solo solo Hungría se reafirma en las posiciones que buscan la soberanía ante el imperialismo yanqui.

Similar autoengaño, o intención de engañar, ha ocurrido respecto a China, tanto en relación con la pandemia como en cuanto a su economía. Se dijo hasta la saciedad que cuando se suspendieran las medidas de control epidemiológico, científica y rigurosamente tomadas para contralar la pandemia, se desataría un brote epidémico que conllevaría millones de muertos -como sucedió en el mundo occidental-, pero tal cosa no ocurrió (finalmente, fallecieron menos de 100.000 personas), lo que supone una prueba empírica del acierto de las medidas chinas frente a la pandemia. El siguiente mantra era que la economía china estaba paralizada y su reactivación era imposible, lo que tampoco está ocurriendo, siendo su dinamismo mucho mayor que el de las economías occidentales. El último mantra es que la actividad económica china es un suflé y que no tardará en deshincharse. Van de mentira en mentira, como corresponde a su pensamiento decadente e incapaz de todo análisis objetivo.
Estamos en un coyuntura histórica de especial importancia y gravedad para la humanidad, y las fuerzas del irracionalismo y la reacción utilizan todo tipo de engaños y señuelos para impedir que las clases populares, especialmente en el mundo occidental, tomen conciencia de ello y organicen la resistencia. Han tenido unos meses de éxito parcial, pero las capas de chapapote imperialista se van resquebrajando entre sectores más amplios de la sociedad y, por otro lado, sus objetivos de guerra, tanto en el plano militar como en el económico y social, no solo no van cumpliendo sus objetivos, sino que van fracasando, desgraciadamente con un elevado coste humano.
El imperialismo maniobra en todos los frentes para conseguir al menos una generación más en su Sistema de dominación, y después ya irán viendo. Para ello recurren a la guerra en todas sus variables posibles, y al embrutecimiento social con todos los recursos imaginables. El progreso de la civilización estuvo en los últimos siglos plagado de contradicciones, pasos atrás y contrarrevoluciones, pero finalmente el avance en positivo se acabó imponiendo. La «evolución hegeliana» es un concepto idealista que no compartimos; la violencia, por desgracia, es la partera de la historia mientras atravesemos etapas como ésta en la que vivimos. La revolución de octubre de 1917, la primera revolución socialista, fue un punto de inflexión en ese avance civilizatorio. La constitución de un sistema universal de salud y de educación; el avance de los derechos de las mujeres; la democracia real, incluyendo el derecho de autodeterminación de los pueblos… se desarrollan asociados al avance de ese proceso revolucionario. La irrupción del nazi-fascismo en los años ’20 del pasado siglo fue un intento de evitar el ascenso del socialismo, y ello condujo a una encrucijada muy grave para la humanidad; fueron derrotados, al menos circunstancialmente, pero la “semilla del mal” del imperialismo es resistente, y de nuevo fructifica. Cada vez esos frutos son más débiles y tóxicos, pero siguen empleando argucias para presentarlos como atractivos. Desde el movimiento revolucionario, al menos en Castilla, tenemos la capacidad para desenmascararlo y combatirlo.
Para finalizar este editorial, queremos expresar nuestra alegría por la constitución del colectivo feminista FLAMA en Madrid, como un gran paso cualitativo en la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres. Se hace camino al andar.
Izquierda Castellana, 19 de mayo de 2023