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06/02/23
Temas: Finanzas
Regiones: Suramérica
La moneda SUR
Por Rodolfo Pablo Treber

A principios del año pasado, el actual presidente de Brasil (entonces candidato), Luiz Inácio Lula da Silva, impulsó la creación de una moneda común en América Latina como herramienta para ampliar las relaciones entre los países de la región y destruir la ancla de dependencia política que significa el dólar estadounidense.

Esta idea antigua, pero vigente, comenzó a gestarse en un escenario geopolítico sustentador: La moneda norteamericana está perdiendo hegemonía con la consecuencia de una creciente injerencia imperialista en Nuestra América . Reflejos de esta tendencia son golpes de Estado (Bolivia, Perú), intervención judicial en Brasil, injerencia del FMI en Argentina, bloqueos económicos y atentados terroristas (Venezuela, Cuba, Nicaragua), entre otras acciones con las que Estados Unidos pretende profundizar la explotación y saqueo de nuestros pueblos y nuestra tierra.

En estos días, la integración económica regional, y la moneda común como parte de ella, constituyen una respuesta geopolítica defensiva necesaria y urgente al brutal avance imperialista.

Contexto

Durante la etapa expansionista del imperio norteamericano, concretamente en 1971, el gobierno de Richard Nixon emitió un paquete de medidas (conocido como el “shock de Nixon”) donde, entre otras cosas, rompía unilateralmente el pacto de Bretton Woods que regulaba el precio y tipo de cambio de las monedas de los países signatarios según la cantidad de oro que cada uno tuviera en reservas comprobables. En ese momento, EE. UU. tenía una posición dominante en las finanzas globales como resultado de las guerras en Asia y Europa, y la necesidad de tener un respaldo en oro para su política monetaria significaba una barrera a su voluntad imperialista de posicionar el dólar como un mercado global. divisa.

Entonces, desde ese momento, el monto de emisión del dólar y su precio quedaron atados a la voluntad política de los gobiernos de Estados Unidos. La seguridad del dólar estadounidense por su valor fue (y es) el poder de sometimiento de su aparato militar, el Pentágono. No hay otra razón, o explicación técnica, para determinar el valor del dólar en todo el mundo. Claramente es una imposición política.

Este esquema se perfeccionó en Nuestra Américadurante la década de 1990, luego de sucesivas invasiones militares encubiertas y golpes de Estado, orquestados y financiados desde el Norte. Estos resultaron en gobiernos alineados con la Casa Blanca que tomaron prestados millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el fin de generar dependencia y dolarización en las economías locales. El fin último de la estrategia de dominación es obligar a cada uno de los países a aumentar sus exportaciones mediante la explotación desmedida de sus bienes comunes para obtener los dólares necesarios para pagar deudas y abastecerse de bienes y servicios a través de las importaciones. Esta presión exportadora y escasez planificada de divisas tuvo y tiene como resultado países industrialmente subdesarrollados (con todas las consecuencias sociales negativas que esto conlleva) y una explotación extrema a través de un extractivismo feroz y creciente.

La Moneda SUR es una respuesta geopolítica correcta a esta situación ya que puede ser una herramienta efectiva para reducir la dependencia del dólar estadounidense.

La moneda SUR

El proyecto de Moneda SUR, actualmente en negociación entre los gobiernos de Brasil y Argentina, busca establecer una moneda común para el comercio entre los dos países.

Vale aclarar que esta “moneda común” es algo muy diferente a lo que se conoce como “moneda única” (el euro, por ejemplo) que, a diferencia de la idea sudamericana, reemplaza a las monedas locales. Para la implementación de una moneda única, es necesario contar con una política monetaria y comercial inequívoca entre todos los países miembros, lo que implica tasas de interés e índices de precios similares. En otras palabras, se requiere de una política económica centralizada que tiene como riesgo, y debilidad, que el país o países con mejores condiciones de desarrollo preexistentes se vean muy beneficiados, generando nuevas relaciones de dominación y dependencia, como ocurre en la experiencia de la Unión Europea.

Por otro lado, la moneda común es la compartida, en este caso entre Brasil y Argentina, que puede ser utilizada para inversiones conjuntas o relaciones comerciales entre ambos países.

Los beneficios son múltiples y superiores, cuantitativa y cualitativamente, a los riesgos y debilidades que pueden presentarse:

  • Primero, el uso de una moneda común para el comercio reduciría la carga de dependencia de los dólares para ambos países, mientras que al mismo tiempo debilitaría la moneda del país opresor. En el año 2022, Brasil vendió bienes y servicios a Argentina por un total de 16.000 millones de dólares, mientras que, por el contrario, Argentina exportó un total de 12.600 millones. De existir una moneda común, ambas naciones podrían ahorrarse la necesidad de contar con al menos 12.600 millones de dólares, ya que los bienes transados ​​compensarían esa cantidad. Son cifras significativas en importancia para aliviar el peso de la dependencia del dólar y de los organismos multilaterales de crédito (por ejemplo, para Argentina equivale al 30% de sus reservas internacionales, siendo Brasil su principal socio comercial).
  • En segundo lugar, la moneda común promovería un aumento del comercio entre Brasil y Argentina, ya que se evitarían los grandes problemas que genera la autorización o el acceso a divisas para las empresas involucradas en las compras y ventas. Además, porque la existencia de una moneda conjunta facilitaría las inversiones binacionales que promuevan el desarrollo económico y las relaciones comerciales de ambos países sin necesidad de la injerencia de organismos multilaterales o transnacionales de crédito.
  • También, porque dados los beneficios de la moneda común y el aumento del cambio, fácilmente se podría transitar hacia una balanza comercial entre naciones (en 2022 Argentina tenía un déficit de 3.365 millones con respecto a Brasil).
  • Lo más importante es que la moneda común puede ser el primer paso hacia la integración regional y la complementariedad económica que involucre a más países de Nuestra América. Esto convertiría a la Patria Grande del Caribe y América del Sur en un actor político-económico relevante en el nuevo mapa multipolar.

Finalmente, cabe señalar que, para evitar caer en la volatilidad e incertidumbre propias de las monedas de economías subdesarrolladas, el soporte de la emisión original debe basarse en la producción de los países miembros (materia prima y principal acuerdo de precios). bienes negociables). De esta forma, el valor de la moneda estaría ligado a la producción, al trabajo, y no a la especulación en los mercados financieros. En principio, la inconvertibilidad de la moneda es una necesidad para evitar el sabotaje del poder financiero global.

La moneda SUR, sin duda, puede ser una gran herramienta política para, de una vez por todas, avanzar en el objetivo de una Patria Grande unida y económica y socialmente desarrollada . Las características complementarias de sus economías y recursos naturales actuando en conjunto abren la posibilidad de un desarrollo explosivo para sus pueblos. Todo lo que hoy, separado, nos debilita en beneficio del opresor, unido nos fortalece y nos libera. Pero, como sucede con todas las herramientas, su resultado dependerá de la voluntad política de las personas que las utilicen.

Rodolfo Pablo Treber es analista económico del Banco Central de Argentina.

Fuente:
Mundo Unido Internacional

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