Cuando la policía registró la cartera de Lolita encontró una esquela que decía: “Me hago responsable de todo. Ante Dios y el mundo mi sangre clama por la independencia de Puerto Rico. Mi vida doy por la libertad de mi Patria…”. Era el primero de marzo de 1954 y un grupo de puertorriqueños, al grito de ¡Viva Puerto Rico Libre!, dispararon sus pistolas Luger en el mismo Congreso de los Estados Unidos. Los valientes nacionalistas fueron Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores y Andrés Figueroa Cordero.
Cinco congresistas fueron heridos, los cuatro patriotas arrestados, pero el mundo entero se enteró así que los puertorriqueños estaban decididos a continuar la lucha por la independencia. Pese a la derrota de la insurrección nacionalista de 1950, el encarcelamiento y las torturas sufridas por su máximo líder Pedro Albizu Campos y la imposición de la figura de “Estado Libre Asociado”, los patriotas boricuas demostraban de esa manera que estaban dispuestos a todo, menos a rendirse.
Fueron condenados a largos años de prisión. Después de 25 años encerrados en diferentes cárceles estadounidenses, fueron liberados a través de los acuerdos alcanzados entre Jimmy Carter y Fidel Castro. En 1979 regresaron a su patria.
“No hay frustración, mi hermano –dijo Rafaelito Cancel Miranda en una entrevista–, ya estar luchando por lo que uno ansía es una victoria en la vida. Y no me canso. Soy durito, durito. Por eso siempre digo que nunca estuve preso. Ellos retuvieron mi cuerpo, pero nunca pudieron enrejar mi mente ni mi corazón. Siempre fui, siempre seré un hombre libre… no nos han podido derrotar. Y yo no creo en la inmortalidad del imperialismo”. Y consciente y claro con sus ideales revolucionarios, el patriota puertorriqueño agregaba: “Doy mi vida por la revolución cubana, bolivariana, estoy con Chávez, con Evo, con Ortega porque soy puertorriqueño y latinoamericano”.
¡Viva Puerto Rico independiente!