“En veinticuatro días hemos hecho la campaña; pasamos la cordillera más elevada del globo, concluimos con los tiranos y dimos libertad a Chile”, decía el General José de San Martín luego del triunfo en la Batalla de Chacabuco.
El 12 de febrero de 1817, y tras atravesar la cordillera de Los Andes, el Ejército Libertador, compuesto fundamentalmente por rioplatenses y chilenos, concentró sus fuerzas en los campos de Chacabuco. Los pasos de Los Patos y Uspallata habían sido aquellos por los cuales el grueso de las tropas había cruzado, desafiando las nieves, los vientos y alturas de hasta cinco mil metros. Pero por cuatro pasos más se habían movilizado las fuerzas patriotas, desconcertando a los soldados colonialistas que ocupaban Chile y logrando así su dispersión. Cuando los españoles percibieron el despliegue de los revolucionarios ya era tarde.
Con una coordinación que todavía hoy llama la atención y es difícil de comprender, el estado mayor revolucionario preparó la batalla de manera puntillosa. Apenas existió una desinteligencia, a causa de la impaciencia de uno de sus comandantes, el resto de los movimientos y acciones fueron impecables. Más de 500 colonialistas murieron en la batalla, otro tanto fue herido y más de mil -entre soldados y oficiales-, fueron capturados. Menos de cien fueron los muertos patriotas. Las cifras hablan a las claras de la contundencia del triunfo de los revolucionarios.
Tal vez un error se puede señalar de este triunfo. Los patriotas no persiguieron al resto de las fuerzas realista como hubiera sido necesario. Es conocido el mal estado de la caballada tras el cruce de Los Andes. Probablemente esa haya sido la causa de no haber realizado esta operación siempre recomendable luego de cualquier tipo de victoria. La derrota patriota de Cancha Rayada tal vez fue consecuencia de ese descuido. Pero, en esa misma batalla, quienes se equivocaron fueron los españoles, dando la posibilidad a los revolucionarios de reagruparse y vencer en Maipú.
¡Gloria a los héroes de Chacabuco y a la hermandad chileno rioplatense!