El 24 de febrero de 1946, el coronel Juan Domingo Perón, ganó las elecciones presidenciales en Argentina. Un millón y medio de votos contra un millón doscientos mil de la Unión Democrática. Con el 52 por ciento de los sufragios Perón se proclamó Presidente electo.
El lema para la victoria del Coronel había sido “Braden o Perón”, consigna que inundó todo el territorio argentino, y que expresaba, de una forma clara, la contradicción entre “Patria o Colonia”, “Argentina o EEUU”.
¿Quién era ese señor Braden? Spruille Braden había llegado en mayo de 1945 como embajador de Estados Unidos en la República Argentina. Hombre de “carácter” y entrometido, no se demoró en comenzar una profunda campaña política que apuntaba hacia dos objetivos: 1) arrebatarle a los ingleses el dominio colonial que ejercían sobre el país, y 2) derrocar al gobierno militar que había manifestado su neutralidad durante el transcurso de la guerra. Su principal enemigo no era el presidente Farrell, sino el Coronel Perón, que durante su paso por la Secretaría de Trabajo había dictado leyes sumamente beneficiosas para la clase trabajadora y se mostraba como un líder nacionalista peligroso.
Acosado por la oligarquía el gobierno había apartado a Perón de sus cargos, pero una tremenda movilización popular lo había rescatado el 17 de octubre de 1945. El gobierno llamó entonces a elecciones y Perón se presentó como candidato con la fórmula Perón-Quijano, sostenida por el Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente. Del otro lado, la oligarquía criolla presentó la fórmula Tamborini-Mosca, impulsada por la alianza entre la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Demócrata Progresista; por fuera de la alianza pero apoyando la misma fórmula estaba el Partido Demócrata Nacional. Lo llamativo de esto era que la primera alianza la lideraba Perón directamente, pero la segunda, la de la oligarquía y el progresismo no la lideraba Tamborini, ni siquiera Enrique Mosca que era el candidato a vice, ni tampoco los presidentes de los partidos que constituían la alianza, sino que quien conducía ese bloque era el embajador estadounidense Spruille Braden.
El Embajador hizo todo lo posible para frenar el paso a Perón, inclusive, en una reunión que sostuvieron intentó “convencerlo” que era mejor “entenderse” con el gobierno estadounidense, que no era conveniente enemistarse con la Casa Blanca. A esta sugerencia de Braden Perón le contestó categóricamente: “yo creo que los ciudadanos que venden su país a una potencia extranjera son unos hijos de puta… Y nosotros nos queremos pasar por hijos de puta…”. Braden se retiró sumamente molesto de esa reunión, contó años después Perón en una entrevista que le realizaron. Ese 24 de febrero ganó Perón y el pueblo, y la historia de la Argentina tomó otro curso, ya que entró en escena en la lucha antiimperialista y por la liberación