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24/06/22
24/06/1967 | La masacre de San Juan
Por Fernando Bossi Rojas

El General René Barrientos se había hecho del poder en Bolivia y había desplazado al Movimiento Nacional Revolucionario del gobierno. Pese a eso, el MNR –una mera caricatura de aquel movimiento que había liderado la Revolución de 1952– y el propio Barrientos, rodeado de asesores estadounidenses, se deciden a reprimir la resistencia obrera, cuyo epicentro estaba en las minas.

Los mineros bolivianos opuestos al gobierno entreguista organizaban la resistencia y se preparaban enfrentar la embestida militar. Los temas que se discutían en esos momentos estaban enfocados en medidas de carácter reivindicativo, pero también otras de hondo trasfondo político. Entre ellas, buscaban la forma de apoyar económicamente y logísticamente al foco guerrillero que había hecho su aparición en el oriente del país. Las fuerzas del Che, ya estaban operando en Ñancaguazú desde marzo de 1967, y si bien los mineros no sabían quién las dirigía, simpatizaban con su causa, conscientes que era la misma que los impulsaba a ellos a confrontar con el régimen militar vendepatria.

La posibilidad de un encuentro entre las fuerzas guerrilleras y los mineros aparecía entonces incluida en la agenda de los revolucionarios. Pero Barrientos, para evitar que este hecho se produjera, actuó con rapidez y contundencia. Argumentando el “peligro de la infiltración comunista”, ordenó la ocupación militar de las minas y sus campamentos.

La Noche de San Juan es la más fría del año. Los bolivianos, como otros pueblos de la región, celebran la fecha reuniéndose en torno a grandes fogatas, donde nunca falta la música, el baile y los cantos. Mientras esto pasaba, en otra región de Bolivia, el Che anotaba en su Diario: «La noche de San Juan no fue tan fría como podría creerse de acuerdo a la fama… El asma me está amenazando seriamente…”.

Pero esa misma noche, entre el 23 y el 24, los militares irrumpieron a sangre y fuego en los campamentos mineros. En un primer momento, los obreros creyeron que se trataba de pirotecnia, pero al escuchar los llantos y gritos de sus mujeres y niños que huían de la masacre se percataron dramáticamente de la realidad.

No se sabe bien la cantidad de muertos y heridos que ocasionó la intervención militar, muchos fueron desaparecidos y otros enterrados en fosas comunes. Amedrentar a los combativos mineros y aislar a la guerrilla fue el objetivo del gobierno, al ejecutar la terrible masacre, que nuestros pueblos no deben olvidar. ¡Ni olvido, ni perdón!

Fuente:
Portal Alba

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