El 1 de julio de 1974 muere en Buenos Aires, el General Juan Domingo Perón.
El 17 de octubre de 1945, una impresionante movilización obrera rescató al entonces coronel Perón de la prisión a que había sido recluido por el gobierno. Desde la Secretaría de Trabajo, el coronel ya se había ganado la simpatía del pueblo argentino. Apenas cuatro meses después, Perón triunfaba en las elecciones presidenciales bajo la consigna “Braden o Perón”, haciendo alusión al embajador norteamericano que lideraba ideológicamente a las filas de la oligarquía.
Casi diez años estuvo Perón en el poder. La Argentina semicolonial y monoexportadora se convirtió en una Argentina próspera, independiente, productiva y con justicia social. La Revolución Justicialista nacionalizó los resortes básicos de la economía, la industria nacional desarrolló sus potencialidades hasta el nivel de fabricar aviones, automóviles y tractores; la mujer conquistó el voto gracias a la tenaz acción de Eva Perón, esposa del Presidente; las leyes benefactoras a los más humildes emergieron con rango constitucional. La Argentina “Justa, libre y soberana” vivió una década de esplendor como nunca antes en su historia. Ya había manifestado Perón, en un famoso discurso en el Colegio Militar de la Nación, que “… la revolución Francesa termina con el gobierno de las aristocracias, la Revolución Rusa termina con el gobierno de las burguesías. Empieza ahora el gobierno de las masas populares”. Y efectivamente, los dos primeros gobiernos peronistas representaron el interés de las masas populares.
Pero en la primavera de 1955, la oligarquía, con el apoyo del imperialismo anglo-yanqui, logró consolidar un Golpe de Estado que obligó a Perón a partir al exilio. Serán 18 años de resistencia, cárcel, persecución, muerte y torturas para todos aquellos que lucharon por la vuelta de Perón. En setiembre de 1973 el General fue elegido por tercera vez presidente de la Nación. Su gobierno fue efímero. La Argentina ya era otra y el proyecto nacionalista de capitalismo autónomo parecía agotado. El 12 de junio de 1974 Perón convocó al pueblo a movilizarse a la Plaza de Mayo, y desde sus balcones, llamó a los trabajadores a unirse en la lucha, aclarando que él había regresado “para reconstruir nuestro país y para liberarlo”. Culminó su último discurso diciendo: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.