Descendiente de gallegos, Denís Conles Tizado nació en Buenos Aires el 7 de enero de 1932. Radicado en la ciudad de Córdoba desde 1960, desarrolló su militancia política en el Partido Socialista de la Izquierda Nacional y en el Frente de Izquierda Popular. Su trabajo sindical, como empleado bancario, lo llevó a ser protagonista de una de las jornadas de lucha más importante de la historia argentina: El Cordobazo.
Periodista, historiador, escritor y conferencista, fue uno de los intelectuales más lúcidos y originales que conoció la Argentina y Nuestra América. Pero Denís era, antes que nada, un hombre político, un político en el mejor sentido de la palabra: un político revolucionario.
Conles Tizado era discípulo de un gran intelectual cordobés, Alfredo Terzaga (1920–1974)1, quien fue el orientador del primer grupo universitarios de la provincia en incorporarse a la izquierda nacional cuando ésta se constituyó en partido. Terzaga se había conectado desde la década de los años treinta con los núcleos marxistas relacionados con personalidades como Esteban Rey, Héctor Raurich, Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui, entre otros. Acompañó posteriormente el apoyo crítico al peronismo, tal como lo planteaban el periódico Frente Obrero que encabezaba Aurelio Narvaja y la revista Octubre orientada por Jorge Abelardo Ramos. Terzaga y Conles Tizado, nunca abandonaron las posiciones fundacionales de la izquierda nacional.
Encarcelado durante la dictadura militar oligárquica que azotó el país desde 1976, su salud fue menguando a consecuencia de las torturas recibidas.

Denis Conles con el Comandante Hugo Chávez en La Boyera, 1997.
«Distraído para la fama», diría el historiador y amigo Norberto Galasso al prologar su libro sobre Juan Bautista Bustos, Denís Conles Tizado fue un hombre humilde. Humilde en el mejor sentido de la palabra, en la humildad para igualar y sentirse par entre los pares. Nada de la soberbia, tan común en los intelectuales, contagió al revolucionario. Denís hablaba claro para ser entendido, para convencer, quería enseñar, intercambiar ideas con criterio, hacer pensar y entusiasmar cuando la adversidad se imponía.
En 1993, junto a otros compañeros de la militancia patriótica y revolucionaria, integra el grupo fundacional de la organización político-cultural Proyecto Emancipación. A fines del mismo año, Denis es elegido Director de la revista Cuadernos para la Emancipación y presidente de la organización recién creada.
Los años 90 fueron de heroica resistencia ideológica. El neoliberalismo se imponía de manera categórica en todos los espacios, a tal punto que la socialdemocracia se presentaba como la única opción progresista ante un menemismo que se reelegía con el voto popular. Los medios de comunicación masivos, la intelectualidad claudicante, los periodistas venales, el ejército, la Iglesia, la mayoría de los partidos políticos, en fin, la opinión pública en general se regocijaba con las privatizaciones, las “inversiones” extranjeras, el pensamiento único y el Consenso de Washington.
El proceso de entrega de la Nación a las multinacionales, liderado por Carlos Menem y Domingo Cavallo, estaba en pleno auge. La clase media, entusiasmada con la paridad dólar-peso, se desentendía del país y de su futuro. El Estado era un estorbo, las empresas del Estado una carga y la Argentina estaba alucinada creyendo entrar al Primer Mundo por la puerta del FMI y el Banco Mundial.
Eran tiempos difíciles. Quienes hablaban de revolución nacional, de patriotismo, justicia social o nacionalismo económico eran tildados inmediatamente de trogloditas. Si a esto, se le agregaban algo de socialismo –ni hablar de marxismo–, la condena era enviarnos al quinto infierno. Denís era uno de los condenados.
En vez de “revolución” se decía “cambio”, al “pueblo” se le decía “la gente”, al “contubernio” se le llamaba “consenso”, la “izquierda” era “progresismo”, la “Patria” era el “país” y la “economía” era “el mercado”.
El Proyecto Emancipación, con Denís Conles Tizado a la cabeza, junto a otras organizaciones similares –que no eran muchas por cierto–, se plantó firme ante tanta infamia. Desde las páginas de Cuadernos para la Emancipación su director bregaba por retomar las banderas nacionales, populares, antiimperialistas, socialistas y de unidad latinoamericana caribeña. El neoliberalismo estaba “vivito y coleando”, pero Denís publicaba en su revista artículos y entrevistas exclusivas de Hugo Chávez, Evo Morales, Eduardo Galeano, Roberto Fernández Retamar, Oswaldo Guayasamín, Stella Calloni, Luis Britto García, Enrique Dussel, Adolfo Pérez Esquivel, Ezequiel Ander Egg, Adolfo Colombres, Leonardo Boff, Liber Seregni, Carlos Paz, entre tantos otros intelectuales y militantes de la causa revolucionaria.
Ni las necesidades económicas, ni su precaria salud limitaron su entrega militante. En 1997 viajó a Caracas, donde participó activamente en el II Congreso Anfictiónico, celebrado en la Universidad Central de Venezuela, evento promovido por el Comandante Hugo Chávez y diferentes referentes de la izquierda venezolana. En la residencia del Comandante para aquella época, en La Boyera, mantuvieron varias reuniones, donde el tema central de las conversaciones giró en torno a la necesidad de conformar un espacio común de las fuerzas populares latinoamericanas caribeñas.
Ambos entendían que la unidad del patriotismo nuestramericano era la fórmula para avanzar en el proceso de liberación continental retomando las banderas de los libertadores. San Martín, Bolívar, Perón, Simón Rodríguez, Evita y el Che estuvieron presentes en esas largas conversaciones.
Con el Proyecto Emancipación, Denís Conles Tizado desarrolló una intensa labor militante, dirigiendo la revista, dictando innumerables conferencias en todo el país, escribiendo para distintos medios, participando en programas radiales, impulsando y organizando diferentes encuentros, entre otros los tres Congresos Sanmartinianos Bolivarianos que se llevaron a cabo en las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, donde participaron una gran cantidad de dirigentes políticos y sociales latinoamericanos caribeños.
Si bien el centro del pensamiento de Conles Tizado se sustentaba en las tesis de la izquierda nacional, su forma de ver y analizar la realidad trascendía estos parámetros. Nunca cayó en dogmatismos que impidieran estudiar y actuar con entera libertad de criterio. La palabra Emancipación, nombre de la organización que él ayudó a fundar, sintetiza su praxis.
Conles Tizado era un hombre libre, realmente emancipado. Cristiano del Jesús de los pobres y marxista del Marx de los trabajadores, Denís era un patriota cabal, verdadero nacionalista de Patria Grande, por ende tercermundista y en consecuencia socialista confeso. Si algo rechazaba con énfasis era la mediocridad, el oportunismo y la cobardía. Era tolerante con los adversarios, pero implacable con los enemigos.
Hombre con un fino sentido del humor, aunque a veces “chinchudo”, sabía ganarse la simpatía de quienes lo escuchaban. Su ironía era inteligente y nunca la utilizaba como arma para humillar o herir, sino más bien como instrumento para enseñar, ejemplificar o dar a entender por el absurdo.
Denís Conles Tizado fue un maestro, sin muchas vueltas, un verdadero maestro, que supo ejercer su trabajo en medio de las adversidades, cuando un maestro se revela verdaderamente como tal.
Los que tuvimos el privilegio de militar con él, así lo recordamos y lo tenemos presente y vivo, como alguien a quien hoy –aunque físicamente no esté–, se puede recurrir con total confianza, evocándolo como tantas veces para orientarnos frente a cualquier duda, consultándole, pidiéndole su recomendación o consejo.
El 27 de octubre de 2003 falleció en Córdoba.
Compatriota Denís Conles Tizado ¡Presente!