“A mí solo me matarán… porque mañana volveré y seré millones”, dicen que dijo Tupac Katari antes de morir el 15 de noviembre de 1781.
Su verdadero nombre era Julián Apaza Nina, aymara nacido en Ayo Ayo en 1750, actual Departamento de La Paz, Bolivia. Su nombre de guerra lo había tomado de Tupac Amaru y de Tomás Katari, revolucionarios indígenas que habían comenzado la rebelión anticolonialista en los Andes centrales.
Cansados de tanta explotación, las masas quechuas y aymaras se levantaron contra las autoridades españolas en la insurrección más grande que se haya conocido en territorio sudamericano. Tupac Katari, junto a su esposa Bartolina Sisa, conducirán esa insurgencia en territorio altoperuano.
Educado en una iglesia de pueblo y trabajando de panadero y comerciante, Tupac Katari se vinculó con los revolucionarios y asumió la conducción del ejército aymara en el altiplano. Con 40.000 indígenas en armas sitió en dos oportunidades la ciudad de La Paz. Su programa era de redención de sus hermanos: suprimir el trabajo forzado en minas y haciendas, terminar con la servidumbre, acabar con los impuestos y exterminar a los blancos explotadores.
Pero la insurrección fue derrotada por el apoyo de tropas colonialistas que llegaron de diferentes puntos del virreinato en auxilio de los paceños sitiados. Tupac Katari fue traicionado por uno de sus hombres de confianza y apresado. Tras ser cruelmente torturado fue muerto por descuartizamiento.
La figura de Tupac Katari es hoy reivindicada por el gobierno revolucionario de Bolivia.