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03/04/21
03/04/1816 | El comandante guerrillero José Vicente Camargo
Por Fernando Bossi Rojas

El Alto Perú, hoy Bolivia, fue uno de los escenarios donde la guerra de independencia del siglo XIX mostró de manera más transparente el doble carácter de la confrontación: la contradicción colonia-patria por un lado y por otro aquella entre oligarquía-pueblo. Inclusive agregaría una más, la racial: blancos-indios.

Contando raras excepciones, la guerra anticolonialista en esta región suramericana fue liderada principalmente por jefes guerrille-ros, criollos y mestizos, indios también, y todos, o la gran mayoría, provenientes de los sectores populares de la sociedad de aquel momento. Uno de esos grandes líderes del que en esta entrega hablaremos fue José Vicente Camargo, indio aymara nacido en el cantón Moromoro de Potosí, en 1785. De joven se lo vio involucrado en los primeros pronunciamientos patrióticos de 1809, como también auxiliando con sus contingentes de indios a las fuerzas republicanas provenientes del Río de la Plata, que incursionaron el territorio con el objetivo de llegar hasta Lima, centro del poder español en Sudamérica. Derrotados todos los intentos de los patriotas rioplatenses de avanzar por la vía altoperuana,

Camargo reagrupó sus fuerzas en la región de Cinti, hoy departamento de Chuquisaca, para organizar la resistencia patriótica. Es así que en la región del Alto Perú surgirán, durante ese período infinidad de jefes guerrilleros que competirán entre ellos en valor, astucia, sacrificio y patriotismo. Y junto a ellos las masas populares de desposeídos y oprimidos por el poder español y por las propias oligarquías criollas. Ese será el escenario de lucha de Camargo y sus indios guerrilleros.

Las tropas irregulares del teniente-coronel Camargo (así designado por el General Belgrano) se caracterizaron por su gran componente indígena. Prácticamente sin recursos, en inferioridad absoluta de armamentos y provisiones, sin instrucción militar, pero con un profundo amor a la tierra, los honderos y flecheros de Camargo contuvieron durante largo tiempo a las poderosas fuerzas colonia-listas. Las tropas de Camargo, a partir de fines de 1814 se hicieron fuertes en el Cañón de Cinti: las estrechas sendas de toda la ribera del río Grande, a lo largo del Pilaya, Incahuasi, San Juan y el río Chico fueron recorridas por los guerrilleros dando combate siempre en las condiciones en que más les favorecía.

Ante la necesidad de limpiar la región de insurrectos, el jefe de la campaña colonialista en el Alto Perú, el general Joaquín de la Pe-zuela envió desde Tupiza una columna al mando del coronel Enezarro, para aplastar a Camargo; simultáneamente, desde la Villa Imperial, otra poderosa fuerza al mando del General Martín Jauregui partió con el mismo objetivo.

Tras sufrir una derrota donde los españoles aprovecharon para ejecutar a Manuel Caballero, lugarteniente de Camargo, la columna de Enezarro fue totalmente destruida por las fuerzas revolucionarias en el combate de Yurac Caballo, donde perdió la vida el coronel español. El General Jauregui días después fue sorprendido y aplastado en los combates de los desfiladeros de Sarcarca y Tacaquira.

Humillado Pezuela por el desastre de sus campañas, decidió enviar una nueva fuerza más poderosa aún, al mando del General José María Álvarez. Fue en febrero de 1816 cuando las tropas españolas fueron emboscadas por los revolucionarios. El combate se llevó a cabo en el desfiladero de Uturungo y Hornos y allí los realistas fueron masacrados, incluyendo el General Álvarez. Los pocos que trataron de escapar tuvieron que pasar por el toque a degüello de la caballería gaucha del general Lamadrid, que se había sumado como refuerzo a la guerrilla de Camargo.

Pezuela no podía creer que tras dos años de combate no se hubiera podido despejar esa región, habiendo sucumbido tres expediciones fuertemente equipadas, muerto un coronel, un general y cientos de soldados; siendo lo peor de todo la vergüenza que significaba que las tropas del rey fueran derrotadas por un puñado de indios guerrilleros. Un general español, que no podía creer lo que estaba sucediendo, escribió en su parte de guerra asombrado por la forma de combatir de los guerrilleros: “asaltan los fusiles como si éstos no los ofendiesen”.La nueva expedición esta vez fue mucho más fuerte que todas las anteriores y estaba compuesta por hombres de las tres armas. Al mando del coronel Buenaventura Centeno, oficial famoso por su crueldad, la ofensiva colonialista no pudo ser contenida. Camargo y sus indígenas fueron sorprendidos y derrotados en el Combate de Arpaja. La matanza de guerrilleros se expandió en toda la región… Don Vicente cayó prisionero el 3 de abril de ese año, e inmediatamente fue degollado por el propio coronel Centeno, su cuerpo fue despedazado y repartido para su exhibición en diferen-tes puntos estratégicos de toda la región de Cinti.

Los guerrilleros de Camargo perecieron junto a su comandante. Si bien ese cuerpo combativo fue derrotado, otros siguieron en pie de guerra en la región. Todas estas milicias populares pelearon y dieron su sangre por la Patria y el pueblo. De 103 comandantes guerrilleros que se conocen de este período independentista sólo 9 sobrevivieron.

¿Los hemos honrados como realmente se merecen? ¿Los conocen nuestros niños y jóvenes? ¿No son ejemplo de patriotismo, sacri-ficio y amor esos combatientes?

En 2016, cuando se cumplió el Bicentenario de la muerte de Ca-margo llamó la atención la falta de autoridades nacionales a los actos de conmemoración. Por suerte en 2018 participó el presi-dente Evo Morales, quien en la ceremonia dijo: “Rendimos homenaje a nuestro héroe, José Vicente Camargo, Comandante de la republiqueta de Cinti. En 1816, en la batalla de Arpaja, los españoles enviaron a 1.000 hombres que cometieron una horrenda barbarie. Nuestra profunda admiración a los guerrilleros de la independencia”.

Fuente:
Portal Alba
3/4/1816
Etiquetas: Alto Perú

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