En el acorazado norteamericano Wisconsin, en noviembre de 1902, representantes de las fuerzas conservadoras y liberales colombianas firmaron el acuerdo por el cual concluían la guerra, llamada de los “Mil días”. No sería la primera ni la última vez en que los norteamericanos avasallaban la soberanía de alguno de nuestros países. El Tratado del Wisconsin fue el preámbulo para la firmas de otros, que concluirían con la “independencia” de Panamá y la construcción del Canal Interoceánico, cuyos dueños pasaron a ser, por supuesto, ni colombianos ni panameños, sino estadounidenses.
Pero ese Tratado del Wisconsin, también señalaba que la amnistía no ampararía a aquellos que se negaran a entregar sus armas, ni tampoco a los que habían cometido “delitos comunes”.
Un jefe guerrillero, Victoriano Lorenzo, se negó a aceptar el acuerdo, siendo apresado y fusilado el 15 de mayo de 1903. ¿Quién fue ese líder guerrillero?
Victoriano había nacido en la región de Penonomé, provincia de Coclé, en 1867. El “Cholo” como lo apodaban, en su juventud había tenido un altercado con un recaudador de impuesto. Victoriano, por haber matado al recaudador tuvo que ir a prisión por varios años.
Luego de pagar la condena y de nuevo en su tierra, se puso a la cabeza de los reclamos de los indígenas contra el abuso de hacendados y “mandones”. Enrolado en el Partido Liberal comandó sus tropas guerrilleras en la “Guerra de los Mil Días”, enarbolando un programa de profundas reivindicaciones sociales.
Tanto liberales como conservadores luchaban por quién se quedaba con el poder político, pero ninguno de los bandos se cuestionaba el orden económico del latifundio y la dependencia. Es por ello que las masas populares, aquellas que hacían de “carne de cañón” en la contienda, vieron en Victoriano Lorenzo un auténtico líder revolucionario, un hombre que los representaba mucho más que cualquiera de los políticos liberales de turno.
Sus triunfos categóricos contra los conservadores produjeron serios resquemores entre los jefes liberales. Cuando éstos aparecían derrotados, las tropas de Victoriano apabullaban con victorias contundentes. ¿Cómo habrá interpretado el guerrillero indígena el Tratado de Wisconsin, cuando en Panamá sus tropas dominaban la situación? ¿Cómo entender un pacto con los conservadores cuando éstos habían arrasado e incendiado sus aldeas y asesinado a sus mujeres, ancianos y niños? Victoriano Lorenzo no entregaría las armas y esa fue la excusa para su detención y posterior fusilamiento.
Durante los años que Victoriano Lorenzo lideró el movimiento indígena guerrillero, su lema fue, y sigue siendo: “la pelea es peleando”.
Y esa historia se repitió en varios escenarios de nuestra América. En Venezuela en la Guerra Federal entre liberales y godos surgió del bando liberal la figura de Ezequiel Zamora, que levantó banderas de profundo contenido social que superaban el programa de los caudillos liberales; en Bolivia de la contienda entre liberales y conservadores irrumpió el liderazgo de Pablo Wilka Zárate, que conducía a las masas indígenas; años más tarde aparecerá en Nicaragua el general Augusto Sandino, defendiendo la soberanía nacional contra el acuerdo entre conservadores y liberales que había abierto el paso a la intervención directa de las tropas estadounidenses.
Las oligarquías peleaban entre sí y usaban al pueblo para sus egoístas fines, pero cuando surgían líderes verdaderos, auténticos representantes del pueblo, éstas se unían para poner freno al desbordamiento no deseado. Victoriano Lorenzo fue un genuino revolucionario, leal a su pueblo y ejemplo para las nuevas generaciones.