SpanishPortugueseEnglishFrenchChinese (Simplified)RussianPersianArabic
06/07/23
Temas: Conflictos
Las banlieues, una continuidad de la guerra anticolonial en la Metrópoli
Por Izquierda Castellana

Las banlieues, una continuidad de la guerra anticolonial en la Metrópoli

Las revueltas en los barrios de Francia tienen una importante historia; hay que recordar que en el año 2005 hubo un levantamiento en los barrios periféricos de Francia con ciertas similitudes al actual. En estos barrios vive un número importante de población de origen magrebí, actualmente de tercera o cuarta generación. Son barrios que de forma generalizada tienen una absoluta inexistencia de servicios públicos y una gran precarización social.

Las revueltas de 2005 tuvieron su origen en la muerte por electrocución de dos jóvenes cuando huían de la policía; Dominique de Villepin era el Primer Ministro y Nicolás Sarkozy el Ministro de Interior. Se declaró el Estado de Emergencia, cuya normativa se remontaba al año 1955 y que se había utilizado durante la guerra de Argelia como herramienta de control social. La respuesta fue también puramente represiva, y las pocas promesas de mejorar la situación social no fueron satisfechas.

Las revueltas del 2023 hay que contextualizarlas también en el proceso de lucha de los «chalecos amarillos», así como en las movilizaciones sindicales contra la reforma de las pensiones de este mismo año. En las actuales movilizaciones un tercio de los/as participantes son menores de edad, si tomamos como indicador el número de detenidos/as, pero están presentes gentes de todos los grupos etarios, tal como se puede comprobar en las imágenes y vídeos. Es muy significativa la participación de las diversas etnias que viven en Francia, también de origen francés, y un número importante de mujeres jóvenes. Las movilizaciones simplemente son espectaculares. Parece evidente que estamos en una fase prerevolucionaria en su sentido general. No consta que haya un dirección política explícita del movimiento, pero de forma espontánea este se orienta en un sentido claramente prerevolucionario.

Soldados patrullan ante el Arco del Triunfo

Los analistas del Sistema y de la izquierda burguesa, incluyendo los trotskistas, no acaban de entender lo que está pasando. Tampoco entendían la Revolución bolchevique, empezando por León Trotski, que estuvo inicialmente con los mencheviques, aunque posteriormente se incorporase a aquella corriente cuando ya era evidente que el proceso era imparable. Las valoraciones de estos analistas van desde la crítica radical a lo que está ocurriendo por parte de los sectores más a la derecha del Sistema hasta la «comprensión misericordiosa” que alude a las precarias condiciones y de marginalidad en la que vive la juventud que está saliendo a la calle. En cualquier caso, todas las versiones concuerdan en que se están cometiendo excesos que sólo repercuten negativamente en la imagen del movimiento. Pero, ¿alguien se puede creer que los procesos revolucionarios son como bailes de salón?

Como es habitual, en Francia y otros estados europeos el recurso a la represión es el argumento principal que utilizan contra las movilizaciones. En el caso francés esto es espectacular, pero curiosamente los excesos represivos del Estado no se suelen criticar. Hay más de 45.000 policías desplegados, incluyendo los antidisturbios y sus cuerpos especiales, como la RAID, participando en la represión de las movilizaciones. Parece que hay cerca de 3.000 detenidos y en los vídeos se puede ver perfectamente el talante absolutamente brutal de las intervenciones de la policía francesa; además participan al menos 30 helicópteros y numerosísimos vehículos blindados en un diseño de auténtica guerra contra el pueblo. Actualmente, con la reforma de la Ley de 2017, se facilita y legitima el uso de armas de fuego por parte de la Policía contra la población, y ya ha habido docenas de personas que han muerto por esa flexibilización del uso de armas de fuego. Por otra parte, el artículo 49.3 de la Constitución permite aprobar leyes sin pasar por la Asamblea Nacional Francesa (el Parlamento), tal como sucedió con la ley que aumenta la edad para la jubilación de los 62 a los 64 años, que ante las dudas sobre su resultado final no fue votada en la Asamblea. La represión directa se acompaña del endurecimiento penal y de la tolerancia a los abusos policiales, siendo el Estado cada vez más policial y autoritario.

Los bloques dominantes, el francés y el español entre otros, consideran que todas las barbaridades que cometen contra el pueblo trabajador no tienen ningún coste y que se van a ir de rositas. Obviamente es una falacia que pagarán cara. En el caso del Estado español lo veremos en las próximas elecciones, en las que muy probablemente Pedro Sánchez y en general los partidos de coalición actual perderán el Gobierno, aunque están utilizando como recurso para intentar dar la vuelta a las tendencias en los sondeos que lo que viene es mucho peor que lo que tenemos ahora. La gente ya no se conforma con elegir entre lo malo y lo peor. La gente simplemente quiere mejorar. Habrá muy pocos votos que vayan de la izquierda del Régimen a la derecha del Régimen, pero habrá un número muy importante de votos que se marchará a la abstención o al voto nulo como forma de rechazo al conjunto del Régimen, al menos en Castilla.

A los bloques dominantes les gusta fraccionar la historia según sus intereses estratégicos, y construyen esta memoria histórica a medida de esos intereses. En el Estado español este posicionamiento es descarnadamente descarado. Desde los sectores progres del Régimen se habla mucho y con muy poco rigor del franquismo, recuperando casi en exclusiva su aspectos represivos -que sin duda fueron muchos y brutales- pero olvidándose, y no por “razones de ingenuidad», de que el franquismo se levantó para liquidar a la II República, el sistema más democrático y de mayor justicia social que existió en los últimos dos siglos en el Estado español y que en un corto periodo de tiempo consiguió dar el mayor impulso social a los derechos de las mujeres, de los/as trabajadores/as y de los Pueblos; elevó de forma extraordinaria la cultura y la ciencia en campos como la medicina, la pedagogía, la investigación; la bioquímica, etc., conjuntamente con la música, la pintura, el teatro, la cinematografía y la literatura en general, que vivieron una época de extraordinario brillo. El franquismo acabó con todo ello mediante la aniquilación física directa o el exilio forzado; este último sirvió al menos para que pueblos hermanos como México o Argentina, hacia donde se dirigió y fue acogido con los brazos abiertos una buena parte de ese exilio, pudieran beneficiarse de esa «inteligencia republicana» obligada a abandonar su país por el riesgo de muerte o de cárcel. Todo el proceso de Transición se hizo de espaldas a esta realidad histórica, lo que condena a este Régimen a un fracaso cada vez más evidente desde los intereses del movimiento popular. Sólo con la recuperación de la República como eje central de la acción política y social se podrá lograr un auténtico proceso de regeneración social, moral, cultural y económica para nuestro pueblo.

Hacemos esta consideración porque, sin tener claridad sobre el contexto histórico en el que ocurren las cosas, es muy difícil interpretarlas adecuadamente. Es imposible comprender mínimamente la nueva oleada de movilizaciones en los barrios periféricos de las grandes ciudades de Francia sin conocer el proceso histórico en el que se enmarcan, además de la coyuntura actual.

La movilización de la población de los barrios periféricos de las ciudades francesas es incomprensible para aquellos a quienes su ignorancia, su alienación mental o una mezcla de ambas cosas les imposibilita entender la realidad en su conjunto. El imperialismo y el capitalismo occidental vienen intensificando en los últimos años su labor de embrutecimiento intelectual y moral de la población, especialmente de la juventud, inculcando valores cada vez más reaccionarios. Las consecuencias de esta política se expresan por ejemplo en un número creciente de personas con problemas de salud mental o en el incremento espectacular de los suicidios entre la juventud. Pero eso al poder no le genera especial preocupación, tan solo alguna declaración o «medida compasiva». Lo que sí que les preocupa al máximo, como estamos viendo estos días respecto a Francia -y antes vimos en el Estado español- es cuando esa desazón y frustración social que afecta a la juventud se transforma en movilización, en rebeldía, porque ello puede configurarse como antesala de la revolución.

Decíamos que en las movilizaciones de estos días en Francia participa gente de diversos orígenes étnicos y nacionales, de origen magrebí pero también de origen francés. Hay una importante presencia de mujeres jóvenes y también de personas que ya no son jóvenes, aunque aquellos sean la mayoría. Se calcula que en Francia en estos momentos hay alrededor de un millón de personas de origen marroquí y que hay más de un 1.700.000 de origen argelino.

La lucha por la independencia argelina, un proceso que duró décadas, fue absolutamente brutal. En ese proceso sí que hubo abundantísimos ejemplos de crímenes de guerra que quedaron completamente impunes, ejecutados o instigados por el Ejército francés. Muchos de los acontecimientos ocurridos alcanzaron niveles de horror que nada tenían que “envidiar” a la barbarie nazi. No solo fue en Argelia, también en la propia Francia la represión sobre las manifestaciones de apoyo a la independencia argelina fue especialmente cruel y sangrienta.

Manifestación por la independencia de Argelia

Los nietos, bisnietos o tataranietos de aquellas gentes siguen estando hoy allí; son los de “la revuelta de las banlieues”. Esa presencia cada día será mayor y más significada. Estamos ante las revueltas del cuarto mundo, es decir, del tercer mundo que vive en los suburbios del primero, pero con todas las precariedades estructurales del tercero, a las que se añade el factor clave de la clara discriminación social y cultural que sufren, del continuo menosprecio de los habitantes acomodados, de los burgueses que ocupan la jerarquía en esas sociedades y que siguen teniendo el sentimiento del colono metropolitano. Este fenómeno antagónico tendrá cada vez más importancia para la lucha revolucionaria. A lo que estamos asistiendo no es aún a un movimiento revolucionario, pero cada vez se va acercando más a ello. Si comparamos estas revueltas con las de 2005 podemos comprobarlo: se han roto en buena medida las barreras de origen nacional, que son ocupadas por las condiciones objetivas de pertenecer a un sector social con el denominador común de la explotación y precarización en su sentido global, en proceso de aceleración. Es decir, se va configurando un sujeto político propio que, aunque con diversos elementos de identidad, tiene en la explotación social del capitalismo tardío occidental su principal factor de aglutinación. El carácter de clase de la sociedad francesa se ve simultáneamente más reforzado. Como un ejemplo de ello, mientras la colecta a favor del Policía Nacional supera ya 1.500.000 de euros, con más de 74.000 donantes, la que se está desarrollando a favor de la familia de Nahel solo ha conseguido 413.000 euros de 17.000 donantes. No es nada extraño que quienes están colaborando con la familia del policía asesino aporten más dinero, pues pertenecen a las clases dominantes francesas y tienen un alto poder adquisitivo y redes muy bien engrasadas para organizar su colecta, así como apoyos institucionales, aunque teóricamente lo que están haciendo incurre en la apología del asesinato. Sin embargo, las donaciones para la familia de Nahel proceden de los sectores empobrecidos y con recursos organizativos mucho más limitados, y por supuesto cuenta con el rechazo absoluto del entramado institucional, aunque él y su familia hayan sido las víctimas. Puede parecer una cuestión menor, pero es toda una expresión del clasismo y el racismo que impregna a una parte significativa de la sociedad francesa, tal como ocurre en otros Estados europeos y occidentales en general.

Los procesos de independencia de Marruecos y Argelia fueron muy diferentes, y también lo es la situación actual en la metrópoli de la población de origen marroquí y argelino. Marruecos pasó a ser un protectorado francés a través del Tratado de Fez en 1912 y más de 100.000 «administradores» participaron en la operación. En 1956 Marruecos consigue la independencia de una forma, digamos, acordada, para así convertirse en el Reino de Marruecos.

El proceso de independencia argelino se hace a través de una guerra de liberación que dirige el Frente de Liberación Nacional (FLN); la guerra se inicia en 1954 y finaliza, al menos formalmente, en 1962. Argelia, a diferencia de Marruecos, no tenía el estatus político administrativo de Protectorado, sino que era un departamento más del Estado francés, lo que hizo que diversos sectores de la metrópoli francesa, muy especialmente los que tenían intereses en mantener la colonización sobre Argelia, no entendieran los motivos de ese pueblo para luchar por su soberanía -es decir, por su independencia plena- una vez habían alcanzado el estatus de Departamento como cualquier otra provincia francesa. De hecho, esa resistencia llevó a que sostuvieran una oposición total al proceso de independencia, y cuando el General Charles de Gaulle, de nuevo en la Presidencia de Francia, inició la etapa final hacia esa solución inevitable, crearon la OAS (Organización del Ejército Secreto), organización terrorista entre cuyos objetivos tenía la propia ejecución del General.

Cartel de OAS contra Charles de Gaulle

En Indochina (Vietnam), Francia sufre una derrota humillante en 1954 y tiene que abandonar ese territorio colonial, siendo sustituida en esa tarea por los yanquis, que a su vez sufrirán revés tras revés hasta la derrota final en 1975.

El 1 de noviembre de 1954 el argelino Comité Revolucionario de Unidad y Acción (CRUA) decide dar un paso adelante en la lucha armada y se crea el FLN. La población francesa en Argelia (los colonizadores directos), que se contaban por cientos de miles, se oponen a cualquier solución posible. La distribución de fuerzas militares era en sus términos generales la siguiente: 40.000 guerrilleros contra 500.000 soldados del Ejército regular francés, además de aproximadamente 150.000 harkis, mercenarios argelinos al servicio del Ejército francés. La doctrina militar de la época, que también se aplicó en Vietnam, era que por cada guerrillero se necesitaban 10 miembros del Ejército regular para equilibrar las batallas y tener alguna expectativa de victoria. Este proceso aparece bien reflejado en La Batalla de Argel. Con la derrota de Francia en la guerra, los harkis -las mencionadas fuerzas mercenarias y antipatrióticas- fueron represaliadas y una buena parte de ellas se escaparon a la metrópoli, donde aún sobreviven algunos de sus elementos o sus herederos.

Mural a orillas del Sena: «Aquí nos ahogamos los argelinos», sobre la represión de 1961

El 8 de mayo de 1945, cientos de miles de argelinos celebraron el final de la II Guerra Mundial exigiendo a Francia que cumplieran sus promesas de independencia; la represión que se desató sobre esas movilizaciones fue atroz, con miles y miles de asesinatos. No hay registros con datos oficiales, pero los observadores directos de la época hablan de una auténtica masacre. El 17 de octubre de 1961 más de 60.000 argelinos se manifestaron pacíficamente en París. La policía atacó brutalmente esa manifestación, en la que más de 1.500 personas fueron asesinadas. Hubo cientos de desaparecidos y varios miles fueron detenidos. Más de cinco millones de argelinos murieron a manos de los colonialistas franceses durante la ocupación del país, aunque algunos observadores multiplican por dos esta cifra. Es de interés recordar cómo una parte significativa de la izquierda francesa, incluyendo el Partido Comunista, dio la espalda a esa lucha de liberación nacional; entre la intelectualidad, salvo honrosas excepciones, ocurrió algo similar. Una expresión de la deshumanización con la que funciona(ba) el imperialismo francés puede hallarse en la importante colección de cráneos de miembros de la resistencia argelina que aún se conserva en Francia, aunque algunos fueron devueltos a Argelia. En el desierto argelino se hicieron diversos ensayos nucleares franceses entre los años 1960 y 1966; las cifras más modestas hablan al menos de 17 ensayos nucleares con el resultado de 42.000 personas fallecidas por la radiación.

Ensayos nucleares franceses en Argelia

Los datos e informaciones que acabamos de comentar, junto con otras muchas que podrían acabar de perfilar el relato, son lo que la juventud argelina que vive en las banlieues conoce en términos generales sobre la relación entre el Estado francés y su pueblo. Es evidente el avance político-ideológico de los movimientos de los barrios de Francia al haber conseguido sumar a sectores que en absoluto tienen origen magrebí sobre la base de incorporar a la lucha la condición de clase como elemento fundamental. La condición de clase oprimida tiene la potencialidad, así ha sido a través de la historia, de aunar otros aspectos de la explotación capitalista. Es la única que puede realmente impulsar un proyecto global revolucionario y parece claro que en ese sentido evoluciona la lucha de los barrios franceses. Decíamos que aún no estamos en una situación revolucionaria, sino prerrevolucionaria, pero con la potencialidad de avanzar en esa dirección si quienes dirigen ese movimiento tienen ambición para ello.

En otros Estados europeos, incluyendo por supuesto el español, veremos fenómenos con ciertas similitudes. No serán en absoluto iguales, porque el proceso de colonización del Imperio español tuvo características muy diferentes a las del imperialismo francés, coincidiendo su etapa principal con la del nacimiento del capitalismo (es decir, en su fase mercantil, a diferencia del Imperio francés, que tuvo su fase principal de expansión bajo el periodo del capitalismo imperialista). Esto dota al imperialismo español, al margen de la voluntad de cada quien, de un carácter diferente, donde además de la explotación socioeconómica, la acción sobre la superestructura -es decir, sobre las cuestiones religiosas, lingüísticas y culturales- tuvo un papel muy importante; no es casualidad que la colonización española de América se hiciera bajo la espada y la cruz.

Partiendo de sus propias características, veremos como en el Estado español se replicarán procesos que corresponden a esta fase de la historia, muy especialmente en Madrid, aunque con sus atributos específicos. En Madrid estamos viendo cómo ahora y de momento lo que se refuerza muy especialmente en base a «la nueva inmigración latinoamericana» es el bloque burgués que apuntala a la derechona madrileña, sin complejo alguno por ninguna de las dos partes contrayentes. Pero en los barrios populares de Madrid hay cada vez mayor presencia de gentes que proceden de las antiguas colonias españolas y que viven y trabajan de forma precaria. De momento esos sectores no han expresado sus reivindicaciones de una forma colectiva, pero todo llegará. En el caso del Estado español, y particularmente en Madrid, aunque entre las clases populares autóctonas pervive cierto grado de racismo, no parece comparable con el existente entre las clases medias en Francia, aunque como decíamos, entre las clases trabajadoras francesas en alguna medida esto se va superando.

Algún día aquellos que lucharon con los chalecos amarillos o con los movimientos sindicales en contra del aumento de la edad de las pensiones entenderán que los/as jóvenes de los barrios de Francia son sus aliados/as objetivos. También en esto parece que se avanza, aunque lentamente. Mientras, la represión policial sigue sumando bajas en Francia, con un nuevo asesinato en Marsella.

Izquierda Castellana, 5 de julio de 2023

Fuente:
Izquierda Castellana

TV / Vídeo / Radio

Búsqueda temática

Buscar