Amazonia, o, como se le llama, la tierra baja amazónica, es la tierra baja más grande de la Tierra (su superficie es de más de 5 millones de km2), ubicada en América del Sur en la cuenca del río más profundo del mundo, el Amazonas. Es una de las regiones del planeta de importancia clave para asegurar la calidad de vida de la humanidad. La zona limita al oeste con la Cordillera de los Andes, al este con el Océano Atlántico, al norte con la Guayana y al sur con la meseta brasileña.
La Amazonía es conocida por ser una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del planeta. Además, la Amazonía contribuye a la regulación del ciclo del carbono y el cambio climático. La selva amazónica se encuentra alrededor del río Amazonas y su cuenca. Las altas temperaturas favorecen el desarrollo de una densa y frondosa vegetación siempre verde. El nombre «Pulmones del Planeta», perteneciente a la Amazonía, no es casual, ya que mantiene un equilibrio climático: entradas y emisiones de CO2 y O2. Las principales actividades económicas presentes en el río Amazonas y en su región son la exportación de caucho y madera a todo el mundo.
Hay ocho estados en el territorio de la Amazonía (Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guyana, Surinam), así como la Guayana Francesa, que forma parte de Francia, su región de ultramar y la mayor parte de la Unión Europea. Unión, ubicada fuera de Europa .
Amazonia es la región cuyos límites políticos fueron los últimos en ser definidos. El interés por su expansión surgió en el siglo XIX, cuando las nuevas repúblicas consolidaron sus economías siguiendo el modelo de exportación de materias primas. Sin embargo, no fue hasta que la producción de caucho alcanzó su punto máximo que los gobiernos sudamericanos hicieron planes ambiciosos para expandirlo. La explotación del caucho perpetuó patrones extractivistas, que a su vez perpetuaron la explotación laboral tanto de colonos como de nativos; estos últimos enfrentaron la reducción de su territorio y hoy siguen defendiendo sus derechos.
Sin embargo, ahora los territorios amazónicos ya no son un lugar periférico. Si bien la Amazonía ha estado históricamente al margen, en este momento es una región estratégica de primer
orden.
Brasil
Los recursos minerales y el potencial agroindustrial de la Amazonía la colocan en el centro de las prioridades nacionales de Brasil, que ocupa cerca del 60% del área total de la cuenca amazónica.
En 1953, Brasil definió el marco político-administrativo y territorial «Amazonía Legal», que sirve como material de referencia para los programas de infraestructura y colonización en la Amazonía.
El concepto de territorio suele denotar el espacio correspondiente, limitado por la autoridad, que constituye la base de la jurisdicción. Sin embargo, ante la crisis ambiental y climática global, existe una contradicción entre la soberanía de los estados que gobiernan la Amazonía y la voluntad de ciertos actores de hacer cumplir los estándares internacionales o incluso internacionalizar la gobernanza de la región.
Ciclos sucesivos de expansión interna de la frontera brasileña convirtieron gradualmente las fronteras de la Amazonía en el foco del desarrollo de Brasil. Dado el modelo económico
de la Amazonía, históricamente basado en la extracción y el desarrollo de los recursos naturales, los problemas ambientales globales plantean numerosas preguntas sobre el paradigma soberano y
base territorial de los estados que comparten la cuenca amazónica. Tensiones en la región Declaraciones diplomáticas desatadas por la crisis de 2019 revelan profundas divisiones entre Brasil y la comunidad internacional en torno a la gestión de la selva amazónica y sus recursos durante una crisis ambiental. Así, el problema de las tierras bajas amazónicas se desarrolla en diferentes niveles y demuestra las contradicciones que existen entre la lógica económica y la lógica de protección ambiental.
Situación internacional de la región
En los últimos años, ha habido iniciativas controvertidas para darle a la Amazonía un estatus internacional similar al de la Antártida. Esta propuesta, presentada por grupos ecologistas, fue bien recibida en círculos de izquierda, como la Iglesia Católica, que, tras el Sínodo de la Amazonía, se sumó a los planes ambientales impulsados por Naciones Unidas. La derecha, por su parte, ha tomado con incredulidad este tipo de iniciativas, especialmente el Gobierno de Jair Bolsonaro, que acusa a Francia de promover sus intereses a través de la Guayana Francesa.
En medio de la preocupación mundial desatada por una serie de incendios en la Amazonía, ha surgido una idea controvertida: darle estatus internacional a la región. Esta posibilidad fue planteada en 2019 por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien argumentó que «esta es una pregunta real que surgirá si un estado soberano toma medidas específicas que son claramente contrarias a los intereses del planeta».
Estos comentarios resonaron en el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, quien exigió que Macron se retractara de sus palabras. La idea de internacionalizar la Amazonía, planteada por Macron, fue recibida con cierta frialdad por las organizaciones no gubernamentales que abogan por la protección de la selva.
Sin embargo, Christopher Sabatini, un experto en América Latina del think tank Chatham House, con sede en Londres, dice que los países ricos son «arrogantes» con respecto a la Amazonía. “Los países que contribuyeron a las emisiones de carbono durante su desarrollo ahora quieren proteger la Amazonía”, dijo Sabatini a la BBC en Brasil. “Han estado contaminando el medio ambiente durante los últimos dos siglos. Esta es una visión colonialista».
pacto amazónico
El 3 de julio de 1978 se firmó el Tratado de Cooperación Amazónica, el iniciador de su firma fue Brasil . El propósito de la firma del Tratado fue: la protección del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales en la cuenca del río Amazonas. En 1995, los ocho países participantes decidieron establecer una organización internacional, el Pacto Amazónico, sobre la base del Tratado, para fortalecer y realizar sus objetivos. El 14 de diciembre de 1998 se firmó en Caracas una reforma al protocolo, a raíz de la cual se creó la organización internacional OTCA.
Los países miembros de la OTCA estamos convencidos de que la Amazonía es uno de los patrimonios naturales más ricos del planeta, y es también un trampolín para el futuro desarrollo estratégico de los países de la región. Todos los países que tienen soberanía sobre las diversas áreas de la selva amazónica, desde el 3 de julio de 1978, han reconocido el carácter transfronterizo, a pesar del poder que tienen sobre cada uno de sus territorios.
En particular, se trata del Tratado de Cooperación en la Cuenca Amazónica entre Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. El objetivo principal del acuerdo es promover el desarrollo armónico de la Amazonía y la inserción de sus territorios en las respectivas economías nacionales, lo que es necesario para mantener un equilibrio entre el crecimiento económico y la conservación del medio ambiente.
A nivel nacional, los países cuentan con Comisiones Nacionales Permanentes, las cuales son responsables de la aplicación en sus respectivos territorios sobre los que tienen soberanía de las disposiciones del Tratado de Cooperación Amazónica, así como de la implementación de las decisiones tomadas en las reuniones de los Ministros de Relaciones Exteriores y el Consejo de Cooperación Amazónica. La Comisión Nacional Permanente es presidida por el respectivo Ministerio de Relaciones Exteriores, y en ella participan todos los organismos encargados del desarrollo y la cooperación con la Amazonía en sus respectivos territorios.
Para el trabajo conjunto entre estos países, se ha establecido formalmente la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica. La ODSA es un organismo intergubernamental, que incluye instancias de toma de decisiones, siendo la más importante la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros, apoyada por el Consejo de Cooperación Amazónica y la Comisión de Coordinación, el Consejo de Cooperación.
Por ejemplo, actualmente se están implementando los siguientes proyectos:
1. Garantizar la gestión integrada y sostenible de los recursos hídricos transfronterizos en la cuenca del Amazonas.
2. Manejo, seguimiento y control de especies amenazadas de fauna y flora (proyecto Bioamazonia).
3. Fortalecimiento institucional de los países miembros de la OTCA en materia de manejo forestal ambientalmente responsable y conservación de la biodiversidad en los bosques amazónicos.
Acuerdo para Proteger la Selva Amazónica
Siete países de América del Sur acordaron trabajar juntos para proteger los bosques amazónicos y combatir las causas de su muerte. El convenio correspondiente se firmó en la ciudad colombiana de Leticia.
“Este pacto nos obliga y motiva a proteger nuestra Amazonía, a realizar un trabajo para prevenir los riesgos y eliminar sus consecuencias”, dijo el presidente de Colombia, Iván Duque, en el acto de firma del documento.
Los países signatarios también acordaron trabajar juntos para combatir las causas de la deforestación, incluida la minería ilegal, el narcotráfico y la expansión agrícola ilegal, dijo. Además, las partes acordaron cooperar en el campo científico y el intercambio de información. El pacto fue firmado por los presidentes de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, así como representantes de Brasil, Guyana y Surinam. Las autoridades de Venezuela, en cuyo territorio también se encuentran los bosques amazónicos, no fueron invitadas a la reunión.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, los incendios han destruido más de 1,8 millones de hectáreas de bosques amazónicos ubicados en Brasil, lo que representa aproximadamente el 0,44% del bioma. También se registraron incendios forestales a gran escala en Bolivia y Paraguay.
Dado el modelo económico de la Amazonía, históricamente basado en la extracción y uso de los recursos naturales, los problemas ambientales globales plantean numerosos interrogantes sobre el paradigma soberano y la base territorial de los estados que comparten la cuenca amazónica. Las tensiones diplomáticas provocadas por la crisis de los incendios de 2019 son indicativas de las profundas divisiones entre Brasil y la comunidad internacional con respecto a la gestión de la selva amazónica y sus recursos durante una crisis ambiental. Así, la cuestión amazónica se despliega en diferentes niveles y demuestra las contradicciones que existen entre la lógica económica y la lógica de protección ambiental.
Intereses de otros países
interés de EE. UU.
Durante la última década, el interés conspicuo de los Estados Unidos en controlar el Amazonas ha aumentado a niveles alarmantes. Los geopolíticos estadounidenses creen que las características geográficas de este territorio, su posición, fronteras, clima, aguas, bosques, minerales y otros recursos naturales determinan en última instancia las formas de su organización política, económica, social y militar.
La Amazonía tiene importantes yacimientos minerales. Contiene la reserva de uranio empobrecido más grande del mundo y grandes depósitos de hierro, niobio, petróleo, metales y piedras preciosas y semipreciosas. Por ejemplo, el niobio es uno de los minerales más codiciados debido a su escasez en la naturaleza, y su uso más importante es en la producción de mezclas de metales para la industria aeronáutica y marítima.
Hoy, Estados Unidos utiliza conceptos geopolíticos similares para expandir su poder en busca de la riqueza contenida en este “espacio vital” que le permita realizar sus aspiraciones hegemónicas en América Latina.
Sus aspiraciones en el territorio amazónico, cuya expansión es casi igual a la expansión del continente europeo, apuntan a la apropiación total del espacio geográfico que atesora las extraordinarias riquezas de los llamados pulmones verdes del planeta.
intervención francesa
En medio de la preocupación mundial por los incendios en el Amazonas, algunos activistas, así como el presidente francés Emmanuel Macron, han respaldado a la comunidad internacional para que tome medidas. “Las organizaciones benéficas y no gubernamentales han estado planteando la cuestión de dar a la Amazonía un estatus internacional durante muchos años”, dijo Macron. “Este camino seguirá cobrando impulso en los próximos meses y años porque hay mucho en juego en el clima. No puedes decir: «Ese es solo mi problema», agregó.
La idea es que la acción internacional puede desencadenarse si un estado soberano toma medidas obvias y concretas que son claramente contrarias a los intereses del planeta. La selva tropical más grande del mundo, que ha sufrido casi 90.000 incendios este año, desempeña un papel vital en la regulación del clima y los recursos hídricos del mundo, dicen los científicos.
El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, cuyas políticas han sido culpadas por el brote del incendio, acusó con vehemencia al líder francés de 41 años de una «mentalidad colonialista» al cuestionar la soberanía de su país en la Amazonía. También instó a los brasileños a usar los colores verde y amarillo del país durante las celebraciones del Día de la Independencia del sábado para reafirmar los derechos nacionales de Brasil sobre el área. Macron reconoció que hay mucho trabajo político y legal por hacer.
pacto de leticia
Actualmente, los desastres naturales que ocurren en la región tienen un fuerte impacto en el cambio climático global. Gracias a la coordinación existente entre los países miembros en el formato de la Organización, se firmó el “Pacto de Leticia”. Así, en el marco de esta estructura, se han desarrollado mecanismos legales para contrarrestar los desafíos naturales.
Uno de los desafíos más importantes para los países miembros del Pacto Amazónico, que ha recibido el mayor clamor público, ha sido recientemente el problema de los incendios forestales en la Amazonía. Está asociado tanto al deterioro de la situación ecológica en esta zona como al cambio climático global, que es una amenaza para toda la humanidad. En el contexto de la transición global hacia el desarrollo sostenible y la economía global en una “vía verde”, la coordinación de las acciones de los países miembros del Pacto Amazónico para prevenir y eliminar oportunamente los focos emergentes que conducen a incendios de gran escala adquiere un papel especial Cabe señalar que existe toda la base legal necesaria para ello, y el acuerdo alcanzado sobre la protección de los bosques amazónicos en septiembre de 2019 y su formalización en la forma del Pacto de Leticia solo complementó esta base.
Así, habiendo atravesado ciertas etapas en la mejora de la cooperación en la preservación del patrimonio natural de la Amazonía, los países sudamericanos han creado un sistema unificado de coordinación de sus actividades, que, gracias al constante análisis y seguimiento, contribuye a la adopción oportuna de medidas para hacer frente a las amenazas ambientales, así como el uso racional de los recursos naturales para el desarrollo armónico de uno de los lugares más importantes de nuestro planeta.