La codicia del yanqui no tiene límites. Luego de arrebatarle a México más de la mitad de su territorio intentó avanzar más aún sobre el disminuido espacio que le quedó a su vecino azteca.
La exitosa estratagema utilizada en Texas para robar a México tentó a varios de sus agentes. Recordemos en qué consistió esta estratagema: Texas era territorio mexicano, pero en pocos años recibió a una cantidad importante de estadounidenses que se radicaron allí. Así fue que una vez establecidos éstos estadounidenses comenzaron a maniobrar para “independizarse” de México. Una vez logrado el objetivo secesionista los mismos que habían promovido la independencia de México solicitaron la anexión a los Estados Unidos. ¡Negocio redondo! Guerra de por medio, los yanquis sumaron muchos kilómetros cuadrados a su ya vasto territorio.
Así las cosas, los yanquis pretendieron seguir aplicando la exitosa fórmula texana en el norte de México, y quien la intentó llevar a cabo fue un político y abogado de nombre Henry Alexander Crabb.
Hay que mencionar que unos años antes los imperialistas habían intentado apoderarse del estado Sonora a través de dos agentes, dos aventureros que fracasaron en sus intentos. Uno fue Gaston de Raousset-Boulbon, un aristócrata francés, que por dos veces intentó “independizar” Sonora, pero que terminó fusilado por los mexicanos. El otro fue, nada más ni nada menos, que William Walker, que luego de fracasar en su intento mexicano, se hará famoso por sus tropelías en Centroamérica.
Ahora ¿Por qué era tanto el interés yanqui por apoderarse de Sonora? La respuesta es simple: por sus riquezas minerales, el oro y la plata. Un francés llamado Eugène Duflot de Mofras aseguró en un libro que publicó en 1844 que en Sonora había oro y plata “por todos lados” y que en la superficie de ciertos arroyos podían encontrarse “granos de oro virgen” de varios kilogramos de peso. Un poco exagerado el francés, pero lo cierto era que sí había oro y plata en Sonora.
Pero vayamos entonces a Henry Crabb. Este abogado, que había tenido algún éxito en su carrera política pero que venía de perder como candidato a senador, se había enterado por su esposa, nacida en México y que había vivido en Sonora -y también por parte de familiares de ella-, sobre las riquezas auríferas sonorenses. Es entonces que, con la intención de despejar dudas, en 1856 viaja al estado mexicano para cerciorarse personalmente sobre tanta información recopilada.
Una vez convencido de todo lo que le habían contado, Crabb decide avanzar en sus propósitos de adueñarse de ese territorio fundando la empresa American and Arizona Mining and Emigration Company, por un lado, y por otro empezando la aplicación de la formula texana.
Así lo expresaba: “el pueblo de Sonora desea ser independiente de México y me ha pedido ayuda… me propongo darles esa ayuda de la manera más efectiva que sea posible”.
En abril de 1857 Henry Alexandre Crabb, con un pequeño ejército de mercenarios, penetró en territorio sonorense intentando independizarlo de México. La excusa para entrar en Sonora fue un aparente acuerdo con el gobernador para apoyarlo en una disputa política interna, pero en realidad se trataba de lograr lo que sus compatriotas habían alcanzado en Texas.
Los mexicanos resistieron y se enfrentaron a Crabb y sus mercenarios. Así, se desarrolló un combate en la localidad de Caborca de varios días, donde los yanquis terminaron refugiados en el Templo de Nuestra Señora de la Purísima Concepción esperando ciertos refuerzos que tenían que llegar.
Las fuerzas mexicanas estuvieron apoyadas en todo momento por los indios pápagos, quienes a punta de flechas incendiarias desalojaron a los yanquis de la iglesia. Una vez capturados todos los “independentistas”, se les realizó un brevísimo juicio sumario y fueron fusilados. Sólo se salvó un muchacho de 15 años que fue perdonado y adoptado luego por uno de los oficiales mexicanos.
Los refuerzos yanquis no llegaron a Caborca, pero fueron capturados en las cercanías y también fusilados. Así terminó la incursión de Crabb y sus filibusteros.
México atravesaba una gran crisis cuando Crabb llevó a cabo su aventura. Los yanquis estaban muy seguros de su superioridad al haber ganado la guerra unos años antes, y convencidos también que nada los podía detener en su afán de llevar la “civilización” a esos rincones “bárbaros” del planeta. Sin embargo, vale la pena destacar que los mexicanos vencieron porque estuvieron unidos, dejando de lado diferencias políticas internas y consiguiendo valorar a cada uno de sus ciudadanos; así combatieron juntos pueblo indio, mestizo y blanco tanto civiles como militares.
No importa la cantidad de personas que combatieron, tampoco importa si hubo héroes o mártires, lo que vale recordar de esta fecha es que existió un pueblo de nuestra América que supo unirse para defender su territorio y derrotar así a una fuerza poderosa, más por el país y los intereses que representaba que por su cantidad numérica.
¿Cuántos latinoamericanos conocen este hecho? ¿Cuántos mexicanos?… No fueron muchas las veces que los latinoamericanos hemos triunfado militarmente frente a los yanquis. Creo que las pocas veces que se ha dado esto vale la pena contarlo con orgullo y alegría.