El 6 de octubre de 1810 se constituye en la ciudad de Oruro la primera junta de gobierno patrio presidida por Tomás Barrón, vecino del lugar y partidario de la causa revolucionaria.
El pronunciamiento era claro: 1) Reconocer obediencia a la Junta Gubernativa de Buenos Aires, 2) reconocer y apoyar la revolución de Cochabamba y su gobierno, 3) preservar el dinero de las Cajas Reales para la causa patriótica, y 4) organizar las milicias populares para sumarse al ejército revolucionario que marchaba desde el Río de la Plata.
La insurrección orureña contenía la acumulación de otros hechos históricos de importancia no menor. El primero era el intento de rebelión conducido por Juan Vélez de Córdova en 1739, que fue delatado un día antes de su estallido, costando la vida a sus principales promotores. Aun así, el Manifiesto de Agravios, documento que justificaba el levantamiento, se difundió entre los contemporáneos, siendo un material de divulgación de las denuncias de las arbitrariedades cometidas por los colonialistas españoles contra los pueblos originarios, mestizos y criollos.
El segundo antecedente, fue el levantamiento del 10 de febrero de 1781 que encabezó el sargento de milicias Sebastián Pagador, quien junto a indios y criollos intentó apoderarse de los caudales reales para aportarlos a la insurrección de Túpac Catari.
Los levantamientos de 1809 en Chuquisaca y La Paz y el estado de ebullición general que se vivía en el Alto Perú, crearon el clima propicio para la constitución de la junta patriota orureña.
Desde allí llegó una breve etapa de ofensiva revolucionaria, teniendo en cuenta el triunfo de los patriotas rioplatenses bajo las órdenes del general Antonio González Balcarce en la Batalla de Suipacha, el 7 de noviembre de 1810; y una semana después, con la victoria de las fuerzas conducidas por Esteban Arce en la Batalla de Aroma, el 14 de noviembre cerca de la ciudad de Oruro.
La primera ofensiva unionista e independentista comenzaba a entrar en su fase de guerra de liberación nacional. Los patriotas altoperuanos, y en este caso los orureños, se sumaron decididamente a ella, demostrando siempre su espíritu rebelde y anticolonialista.