De los 30 mil detenidos-desaparecidos que dejó, como saldo macabro, la dictadura militar-oligárquica que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983, un poco más del 50 por ciento eran trabajadores, y la mayoría de ellos obreros sindicalizados.
Los obreros argentinos fueron los más perjudicados y castigados por la dictadura. Los primeros años, principalmente, fueron fatales para el movimiento sindical; las desapariciones, asesinatos, encarcelamiento y torturas se habían convertido en prácticas de todos los días.
Recién fue en 1979 cuando el movimiento obrero, con la Comisión de los 25 (así llamada porque la integraban 25 sindicatos), presentó un espacio de decidida confrontación contra el gobierno dictatorial. Por supuesto que otro sector del sindicalismo, como es costumbre en estos casos, actuó de manera colaboracionista. Los dirigentes tradicionales, como Jorge Triaca del gremio de trabajadores de la industria del plástico o Ramón Baldassini del sindicato de empleados de correo, fueron ejemplo de traición e hijaputez, entregando a trabajadores y trabajadoras de sus propias organizaciones sindicales a las garras de los militares genocidas.
Sin embargo, ante la aparición de la Comisión de los 25, poco a poco el movimiento obrero comenzó a reestructurarse. El 27 de abril de 1979 se llevó a cabo el primer paro nacional.
En noviembre de 1980 el grupo más fuertemente antidictatorial reconstituyó la Confederación General del Trabajo, conocida como CGT-Brasil, en referencia a la calle en que se encontraba su sede. Saúl Ubaldini, un dirigente del sindicato de cerveceros, fue elegido secretario general y en julio de 1981 convocó a la segunda huelga general contra el gobierno de facto.
Cuatro meses después se realizó la primera manifestación abierta contra el gobierno. La cita fue en la Iglesia de San Cayetano en Buenos Aires. La CGT convocó a concentrarse pacíficamente bajo la consigna “Pan, Paz y Trabajo”. Cerca de 10 mil obreros acudieron pacíficamente.
Pero la movilización más importante de los trabajadores fue la que se realizó el 30 de marzo de 1982. La convocatoria fue hecha en base a un petitorio que tenía que ser entregado al gobierno. En dicho documento se exigía poner fin a la dictadura y reinstalar la democracia, se repudiaba las políticas neoliberales que se llevaban a cabo y se pedía el esclarecimiento en el tema de los detenidos-desaparecidos.
La marcha fue reprimida salvajemente. Saúl Ubaldini, la dirigencia sindical y cientos de militantes obreros fueron encarcelados.
Tres días después se produjo la recuperación por parte de las Fuerzas Armadas de las islas Malvinas y otra historia comenzaría…
El movimiento obrero argentino, desde aquel glorioso 17 de octubre de 1945, ha sido protagonista indiscutible de todas las luchas populares. Contra la dictadura militar genocida también lo fue, y si bien en los primeros años, al haber recibido golpes tan tremendos no parecía estar a la altura de las circunstancias, con el correr de los primeros años se fue acomodando, reorganizándose y tomando fuerza, para irrumpir así con contundencia aquel 30 de marzo.
Los trabajadores y trabajadoras no debemos olvidar aquella fecha, ya que demostró que la fuerza del proletariado sigue siendo el factor desequilibrante en la lucha contra dictaduras o seudo democracias de carácter oligárquicas.