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17/06/22
Regiones: Argentina
17/06/1821 | Martín Miguel De Güemes
Por Fernando Bossi Rojas

Con 36 años de edad, Don Martín Miguel ya había combatido, armas en mano, contra los ingleses en dos ocasiones (las invasiones de 1806 y 1807 en Buenos Aires), y contra los ejércitos colonialistas españoles, que en nueve oportunidades habían invadido los territorios de Salta, Jujuy y Tarija, con la intención de marchar hasta la capital del Río de la Plata para aplastar la revolución independentista.

El sacrificio de la población había sido inmenso. La región estaba devastada por tanta guerra y destrucción. Sus gauchos eran campesinos, arrieros, jornaleros, peones, zapateros, talabarteros, artesanos, domadores, trabajadores rurales que habían dado todo por la libertad de la Patria.

Pero para proseguir la lucha y cumplir con las órdenes impartidas por el General San Martín, Güemes necesitaba recursos. No hombres, que los tenía de sobra y que descollaban en coraje; sino que hacían falta armas, municiones, pertrechos, dinero… Y tanto los porteños como sus propios paisanos de alcurnia se lo negaban.

Si en principio Don Martín Miguel trató de equilibrar las tensiones entre las masas pobres de la región y los hacendados ricos para que ambos aportaran lo suyo en la lucha contra el español –léase, combatientes los pobres y recursos los ricos–, luego de 5 años de declarada la independencia ese equilibrio no se sostenía más. Güemes tomó entonces partido por sus gauchos y comenzó a apretar sin contemplación alguna, con impuestos y confiscaciones, a la oligarquía salteña, liberando asimismo a los trabajadores combatientes de la obligación de pagar los arriendos atrasados.

Los Uriburu, Zorrilla, Cornejo, Saravia, Zuviría, Benitez, Figueroa y demás apellidos de la aristocracia terrateniente salteña, más los grandes comerciantes y miembros del alto clero, no perdonaron que Güemes se hubiera definido a favor de la “plebe”. La “gente decente” entonces, condenó sin más vueltas al jefe de los gauchos insurrectos, constituyendo una fracción contrarrevolucionaria denominada “La Patria Nueva”.

Mientras los oligarcas conspiraban, la oligarquía porteña de Buenos Aires, aliada al capital inglés, también quería destruir el liderazgo de aquel aguerrido militar que desafiaba altivamente las órdenes emanadas del poder central. El Ejército del Norte, derrotado en la Batalla de Sipe Sipe, permanecía acantonado en Tucumán, con órdenes de no avanzar a fortalecer a esos gauchos guerrilleros que se debatían solos contra las columnas colonialistas. La idea de los porteños era que tanto los españoles como los peligrosos guerrilleros se desgastaran entre sí en esa lucha a muerte, para después, cuando las circunstancias lo indicaran, derrotar a cualquiera de ambos, en la seguridad de que estarían sumamente debilitados. Se mataban así dos pájaros de un tiro. Perverso era el plan de la burguesía comercial porteña, digno de traidores a la Patria como verdaderamente lo eran.

El 2 de agosto de 1820, un mes antes del desembarco patriota en la costa peruana, San Martín nombró a Güemes como general del Ejército Expedicionario al Perú, para que coordinara con el General Arenales, sublevado en los Andes, para avanzar en una campaña sobre Lima. El plan era atacar al poder realista por la sierra y por la costa, obligando a los colonialistas a dividir sus fuerzas en una región muy extensa. Esa era la gran estrategia de San Martín, pero que no se pudo materializar a causa del egoísmo y cobardía, tanto de la aristocracia provinciana como de la burguesía comercial porteña.

A tal punto llegó la conducta de la “gente decente” de Salta, que no tuvieron reparos en entablar negociaciones con los propios españoles con el fin de borrar del mapa al General de Gauchos. Y así fue. El 17 de junio de 1821 murió Martín Miguel a causa de un balazo recibido de un oficial español que había localizado al salteño, delatado por un criollo de la alta sociedad. Rodeado por sus valientes gauchos, antes de morir, Güemes juramentó a esos compañeros a proseguir la lucha hasta alcanzar la plena independencia de la Patria.

La Gaceta de Buenos Aires, que ya hacía tiempo había abandonado los ideales de su fundador, Mariano Moreno, tituló así la información: “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. ¡Ya tenemos un cacique menos!”.

Pero el gran patriota y revolucionario suramericano sabía del bellaco proceder de sus enemigos internos y externos. En carta al general Manuel Belgrano dirá: “Hace Usted muy bien en reírse de los doctores, sus vocinglerías se las lleva el viento… Por lo que respecta a mí no se me da el menor cuidado: el tiempo hará conocer a mis conciudadanos que mis afanes y desvelos en servicio de la patria, no tienen más objeto que el bien general… y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de dividirnos… Así, pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas desinteresados”.

La figura del General y Comandante Guerrillero Martín Miguel de Güemes, junto a sus gauchos indomables, los “Dragones Infernales” como se llamaba uno de sus principales escuadrones, estarán siempre presentes como ejemplo de la lucha popular contra la dominación extranjera.

Homenaje a Martín Güemes

La Martín Güemes

Interpretada por Jorge Cafrune

Fuente:
Portal Alba

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