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24/08/21
Regiones: Brasil
24/08/1954 | Getulio Vargas
Por Fernando Bossi Rojas

«Después de muchos años de dominio y expoliación de grupos económicos y financieros internacionales, me puse al frente de una revolución y vencí. Inicié el trabajo de liberación y establecí el régimen de libertad social. Tuve que renunciar. Volví al Gobierno por la voluntad del pueblo. La campaña subterránea de los grupos internacionales se unió con grupos nacionales, rebelándose contra el régimen de garantía de trabajo. La ley de ganancias extraordinarias fue detenida en el Congreso… He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo a una presión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando todo, renunciando a ser yo mismo, para defender al pueblo que ahora se queda desamparado. Nada les puedo dar a no ser mi sangre… Luché contra la expoliación del Brasil… Yo os di mi vida. Ahora, os ofrezco mi muerte». Así terminaba la carta–testamento escrita por el Presidente Getulio Vargas, el 24 de agosto de 1954, día en que con un revólver Colt calibre 32 se quitara la vida disparándose un tiro en el corazón.

Getulio nació en 1882 en São Borja, Rio Grande do Sul, cerca de la frontera con Argentina, siete años antes que se instaurara la República (1889).

Aquella época se caracterizó por los gobiernos oligárquicos, en la alternancia entre las clases dominantes de Sao Paulo (productores de café) y la de Minas Gerais (productoras de ganado vacuno). A esta política de la oligarquía, el pueblo, con el ingenio que siempre lo destaca, la denominó la política del “Café com Leite”. El control del país quedaba siempre bajo la conducción de alguno de los dos partidos, el Republicano Paulista o el Republicano Minero.

A través de un grupo de políticos profesionales, preparados esmeradamente en universidades extranjeras y con escasísimo o casi nulo contacto con las masas populares y el país, la oligarquía gobernaba a su antojo (terratenientes, cafeteros, mineros, empresas extranjeras, burguesía exportadora-importadora, alto clero y la cúpula militar, principalmente de la marina). El resto de la sociedad, la inmensísima mayoría de brasileños y brasileñas, quedaba totalmente marginada del poder político y, desde ya, del económico.

Pero esa situación rápidamente se deterioró. La baja de los precios internacionales del café y los efectos de la Primera Guerra Mundial resquebrajaron la paz oligárquica. El sector más relegado de las fuerzas armadas, el ejército, comenzó una serie de levantamientos contra el orden establecido.

El Mariscal Hermes Da Fonseca se lanzó a una revuelta armada el 5 de octubre de 1922. Apenas dos años más tarde, otro movimiento militar estalló, comandado por el general retirado Isidoro Días López y, si bien el movimiento logró ocupar la ciudad de San Pablo, las fuerzas federales desplegando a miles de soldados, logró derrotarlo. Luego los insurrectos consiguieron reorganizarse bajo el mando del Capitán Prestes, quien dirigió la famosa columna que durante dos años recorrería 36.000 kilómetros por todo el Brasil, ganando la simpatía y admiración de los sectores más humildes de la sociedad.

Vale aclarar que los oficiales que condujeron esta columna, no evidenciaban ninguna ideología en particular, y más bien su conducta era la expresión de repudio al Brasil elitista del “Café com Leite”. La mayoría de estos tenientes, se sumaría luego al proyecto dirigido por Getulio Vargas; el capitán Prestes luego se haría comunista, pero esa es otra historia.

En las elecciones de 1930, y en ese ambiente de un Brasil turbulento, el candidato que correspondía a la política de alternancia tenía que ser de Minas, pero el presidente Washington Luís, paulista, impuso la candidatura de otro paulista, el hacendado Julio Prestes.

Los mineros, al ver que no se respetaba el acuerdo de alternancia, propusieron armar una alianza con otros estados y fuerzas políticas. Así nació la Alianza Liberal, que postuló como candidato a presidente a Getulio Vargas, quien en 1928 había ganado la gobernación de Río Grande do Sul.

Esta Alianza Liberal ya no representará sólo los intereses de la oligarquía minera, sino que también se vincularán los ganaderos de Río Grande do Sul, relacionados al mercado interno, como también los nuevos industriales que habían comenzado a aparecen con el breve período de sustitución de importaciones que produjo la conflagración internacional. Un nuevo frente se constituía rompiendo la política tradicional, y con él un programa que Getulio encarnaba con gran precisión.

Este plan de gobierno se centraba en la reforma política del país: representación popular a través del voto secreto, Justicia Electoral independiente, amnistía para los revolucionarios de las insurrecciones militares, adopción de medidas económicas proteccionistas para productos de exportación y una serie de medidas de protección a la clase trabajadora y los sectores más postergados.

Las elecciones dieron como ganador a Julio Prestes. El fantasma del fraude recorrió todo Brasil y más aún cuando el candidato de la fórmula que iba con Getulio, Joau Pessoa, fue asesinado. La “Revolución del 30” estalló y el 3 de octubre cayó el presidente Washington Luís. Getulio Vargas asumió el 3 de noviembre.

Vargas tuvo dos ciclos presidenciales, de 1930 a 1945 y de 1950 a 1954. En este periodo promovió las más profundas transformaciones sociales y económicas de la historia de Brasil. Entre sus obras se destaca la creación del Consejo Nacional del Petróleo (CNP) (posteriormente Petrobrás, en 1951), la Compañía Siderúrgica Nacional (CSN), la Compañía Vale do Rio Doce, la Compañía Hidroeléctrica de São Francisco y la Fábrica Nacional de Motores (FNM), entre otros. El Estado pasó entonces a ser el dinamizador de la economía, con una línea nacionalista de desarrollo del mercado interno y por ende de la burguesía nacional. Su política hacia la clase trabajadora también giró en torno a avanzar en una serie de medidas favorables, de indiscutido beneficio, como también otras de control y contención.

El nuevo código electoral estableció el sufragio secreto, y concedió a las mujeres el derecho a votar y ser votadas. Brasil entró en una fase de creación de ministerios, instituciones, obras públicas en infraestructuras indispensables para apoyar programas de industrialización.

Para las clases dominantes tradicionales Vargas fue un político demagogo y populista, para sectores de la izquierda, incluyendo al Partido Comunista, Vargas fue un político fascista entregado a los capitalistas, tanto nacionales como imperialistas. Lo cierto es que el Brasil que hoy conocemos, el Brasil estructurado como un país relativamente industrializado, en gran parte, se debe a la política nacionalista que lideró Vargas.

Ni socialista, ni socialdemócrata ni nada de eso fue Vargas. La idea del caudillo riograndense fue hacer del Brasil un país capitalista independiente, con un empresariado fuerte, con un Estado fuerte y con una clase trabajadora poderosa, controlada por un lado, pero también partícipe de las ganancias y beneficios del desarrollo nacional.

Ese proyecto, el que encaró Getulio, no fue posible. Más tarde lo intentarán Joao Goulart y luego Lula da Silva. Todo parece indicar que la independencia económica de cualquiera de nuestros países, tiene que respaldarse necesariamente en los más humildes, y, fundamentalmente, en la clase trabajadora; porque precisamente la experiencia está indicando que cuando se quiere avanzar hacia la soberanía económica respaldándose en la burguesía nacional, ésta, en un momento dado defecciona, se repliega o simplemente traiciona. La burguesía que creció con Getulio lo abandonó ante el acoso imperialista, a Goulart le pasó lo mismo. El capítulo de Lula sigue abierto, ojalá haya aprendido de las experiencias de sus antecesores. Por eso, desde esta tribuna afirmamos que la ecuación correcta es Independencia y Patria Socialista.

Fuente:
Portal Alba

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