Cerca de la Navidad fue cuando cayó en combate el Padre Gaspar, precisamente el 11 de diciembre de 1978, en Río Mena. Fueron dos disparos los que entraron en el cuerpo del “Comandante Martín” para llevarse su vida. Gaspar estaba al frente de la “Columna Benjamín Zeledón” y la lucha contra la Guardia Nacional somocista era cada día más encarnizada.
Un año atrás, también cerca de la Navidad, el padre Gaspar –que ya había ingresado en la guerrilla– escribió a sus feligreses:
“En estas fiestas de Navidad, cuándo celebramos el nacimiento de Jesús, que vino al mundo para anunciarnos el reino de la justicia, he decidido dirigirme a ustedes para participarles mi resolución de pasar a la lucha clandestina como un soldado del Señor y como un soldado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Vine a Nicaragua desde España, mi tierra natal, a ejercer el sacerdocio, hará de eso ya 10 años; me entregué con pasión a mí labor de apostolado y pronto fui descubriendo que el hambre y sed de justicia del pueblo oprimido y humillado que yo he servido como sacerdote, reclamaba más que el consuelo de las palabras, el consuelo de la acción. La corrupción y la represión inmisericorde han estado sordas a las palabras y seguirán estando sordas mientras el pueblo gime en la noche cerrada de las bayonetas y mis hermanos padecen torturas y cárcel por reclamar lo que es suyo: un país libre y justo del que el robo y el asesinato desaparezcan para siempre. Y como nuestros jóvenes –los mejores hijos de Nicaragua– están en guerra contra la tiranía opresora, yo he resuelto sumarme como el más humilde de los soldados del Frente Sandinista a esa guerra. El somocismo es pecado y librarnos de la opresión es librarnos del pecado. Por eso, con el fusil en la mano, lleno de fe y de amor por mi pueblo nicaragüense, he de combatir, hasta mi último aliento, por el advenimiento del reino de la justicia en nuestra patria, ése Reino que el Mesías nos anunció bajo la luz de la estrella de Belén. Su hermano en Cristo. ¡Patria libre o morir!”
Gaspar García Laviana nació el 8 de noviembre de 1941 en Los Roces, un caserío de Asturias. En 1966 se ordenó sacerdote y se trasladó a Madrid donde estudió sociología y se vinculó a los curas obreros. En 1969 llegó a Nicaragua para trabajar como misionero. Allí se enfrentó a la realidad que sufría el pueblo nicaragüense bajo la dictadura de Somoza.
Gaspar explicó los motivos por los cuales ingresó a la guerrilla como combatiente: “He visto la explotación inicua del campesino aplastado bajo las botas de los terratenientes y de la guardia nacional, he visto como unos pocos se enriquecían obscenamente a la sombra de la dictadura, he sido testigo del inmundo tráfico carnal a que se somete a las jóvenes humildes entregadas a la prostitución por los poderosos; he tocado la vileza, el escarnio, el engaño, el robo, la corrupción, la represión inmisericorde, las torturas en las cárceles por reclamar lo que era suyo”.
Ya como guerrillero supo ganarse la admiración y el cariño de todos sus compañeros.
Aquel 11 de diciembre, Radio Sandino hizo pública su muerte: «Hermanos, les quiero comunicar una noticia dolorosa. El comandante Martín, Gaspar Garcia Laviana, el cura sandinista, cayó en combate hace unas pocas horas. Sin embargo, no es el momento de llorarlo. Hoy, más que nunca, tenemos que seguir el ejemplo heroico de nuestros mártires. ¡Adelante, compañeros!».
“La muerte de Gaspar fue el impulso que nos llevó a la victoria”, señaló el Comandante Daniel Ortega.
Gaspar, además de sacerdote y guerrillero, fue poeta, y sus poesías circulaban de mano en mano entre sus compañeros. En homenaje al Padre Gaspar, publicamos algunos de sus poemas y fragmentos de ellos:
CANTO
Cantaría para ti,
campesino,
una sonata de cuna
como se canta a los niños.
Mi canción es un delirio:
mi canción
eres tú mismo.
Mi canción es la verdad,
mi canción es tu destino;
yo te canto la victoria
y la guerra es el camino.
CUANDO MUERA
Cuando ganemos la guerra,
no vengáis compungidos a mí tumba
con rosas y claveles rojos,
como mi sangre derramada.
Os juro que me levantaré
y os azotare con ellos.
Sólo admitiré violetas,
como mi carne macerada,
como el dolor de mi madre,
como el hambre campesina
de mi América Latina.
LA IGLESIA
También tu iglesia secular
eres cliente de nuestro socialismo
porque tienes que empezar
a practicar el cristianismo.
Cristo rechazó la riqueza
pero tú buscas a los ricos
y tienes la pobreza
como un mito.
Recuerda que Cristo vivió la igualdad
que nosotros practicamos
y tú siembras la desigualdad
en los cristianos
ANGUSTIA:
Las angustias de mi alma
no las calma el Rosario
ni la misa ni el breviario.
Mis angustias las mitigan
las escuelas en los valles
el bienestar campesino
la libertad en las calles
y la paz en los caminos.
NOTA:
A Gaspar Garcia
Por Luis Enrique Mejia Godoy