Andrés Guacurarí nació en las Misiones, el 30 de noviembre de 1778. Probablemente en Santo Tomé. Educado por un cura de su pueblo. Además de guaraní, aprendió a hablar en español y portugués.
Se sumó al proceso revolucionario con las tropas del general Manuel Belgrano, quien desarrolló en la región un profundo trabajo propagandístico entre las masas populares. Los indios guaraníes fueron fervientes defensores del proceso abierto el 25 de mayo de 1810, cuando se conformó en el Río de la Plata la primera junta de gobierno patrio.
Andrés participó destacadamente en la lucha contra la junta de gobierno del Paraguay, que se negaba a quedar bajo la jefatura de Buenos Aires. Con el correr del tiempo se convirtió en el principal comandante de las Misiones, territorio que abarcaba una extensión bastante mayor de lo que hoy es la provincia de ese nombre. En su terruño, y bajo las órdenes de José Gervasio Artigas, combatió contra el colonialismo español y el portugués, como asimismo contra el centralismo porteño. Su ejército de indios guaraníes se destacaba por su bravura y fidelidad incondicional a la causa revolucionaria.
Fue gobernador de Corrientes y desde allí llevó adelante una política de reformas en beneficio de las capas más humildes. Andresito, como lo llamaban sus combatientes, se convirtió, por mérito propio, en el conductor indiscutible de su pueblo.
Como Comandante General de las Misiones, en lucha desigual contra la invasión lusitana, fue derrotado y hecho prisionero. A partir de entonces, son inciertas todas las versiones sobre su destino. Dicen que fue envenenado, asesinado en su camino de retorno, muerto en prisión…
Por su valor y fidelidad, el general Artigas le permitió que usara su apellido, convirtiéndolo en su hijo adoptivo. “Me quitarán la vida por justiciero y perseguidor de la iniquidad, pero no por traicionero…”, dijo Andrés Guacurarí Artigas, quien se mantuvo firme junto a su jefe cuando éste fue derrotado por el centralismo porteño y… `por la traición.